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Una realidad internacional

Desde nuestro entorno a menudo hablar de Senior Cohousing, o de Cohousing en general produce un efecto de utopía, de idea bonita pero irrealizable. Sin embargo estamos hablando de algo mucho más sencillo, ensayado y comprobado durante décadas.

Cartel en francés del día internacional de la vida en comunidadComo ya adelantamos en nuestra entrada acerca de la asociación holandesa LVGO, el próximo sábado 17 de mayo se celebra el «día internacional de la vida en comunidad» (enlace en holandés). Organizado anualmente por la Federación Nacional de Cohousing Holandesa (FGW),  este año tiene como tema central la ecología. La FGW abarca una variedad de comunidades, desde lo que aquí conocemos como ecoaldeas hasta cohousing urbanos, senior cohousing y «casas de cocina central», para sumar más de 700 comunidades sólo en Holanda.

Un total de 121 comunidades celebrarán una jornada de puertas abiertas con el objetivo principal de estrechar relaciones con su entorno social. Como ya hemos mencionado repetidamente, un cohousing no es un lugar cerrado ni endogámico, sino que se enriquece con la interacción con el barrio y la población en la que se sitúa. Esta jornada es para ellos una oportunidad para darse a conocer, mostrar su funcionamiento y encontrar oportunidades de interés mutuo (posibles actividades a realizar, acuerdos de colaboración con todo tipo de entidades, potenciales interesados en incorporarse a las comunidades, etc).

Mapa comunidades BeneluxLa mayoría de las comunidades participantes son de Holanda (67) a las que se suman las belgas (43) a través de las asociaciones Samenhuizen y Habitat Groupé Valonia  y, como novedad de esta edición, las francesas (11) a trvés de Habitat Groupé Francia. Se pueden localizar todas ellas en este mapa.

En los modelos de vida comunitarios siempre se produce un efecto de aumento de capacidades: acordando medidas en conjunto entre los vecinos el potencial de actuación individual se amplifica, teniendo acceso a una mayor variedad de actividades y de mayor calado que las que podría acometer cada uno por separado. El aspecto de la ecología no es una excepción: medidas como huertos comunitarios en el jardín o la cubierta común, implementación de instalaciones de energías renovables o estrategias como los coches compartidos, programas de reciclaje o ahorro energético resultan mucho más sencillas, accesibles y eficaces cuando se abordan en conjunto.

Aprovechemos la celebración de este día para asomarnos y comprobar que no estamos hablando de «ideas bonitas», sino de realidades sensatas y fáciles de realizar, si sabemos aprovechar todo el conocimiento acumulado.

 

Hoy por ti, mañana…

Hace unos días publicábamos un artículo sobre antiguas iniciativas de «trabajo comunitario para lo común». Hoy continuamos esa línea con «trabajo comunitario para lo particular», o esfuerzo colaborativo para la ayuda mutua. Trabajar por los demás buscando la reciprocidad mutua (sin exigirla, como el trueque) no es un invento de los que hoy reivindicamos economías colaborativas, es tradicional en nuestro país:

CARROS ALISTANOS "MIRANDO AL CIELO“. MELLANES 2004. Fotografía de Jesús Formigo para el Catálogo "Aliste Ocho Miradas"Carrunas (Zamora)

A menudo en los pueblos de la comarca de Aliste llamaban «a carrunas»: salían todos los carros del pueblo para traer piedras de la sierra con el fin de ayudar a la construcción de la casa a las nuevas parejas. Estas luego  daban una fiesta para agradecérselo.

Los vecinos también se ayudaban cuando llegaba la cosecha, para la trilla, etc. No necesariamente había recompensa, sino que la ayuda era continua y recíproca.

Tornallom (Valencia)

A Tornallom” es una antigua tradición de la huerta valenciana, según la cual los agricultores se ayudaban los unos a los otros, con el objetivo de crear una sinergia y aprovechar mejor el tiempo y los recursos, de manera que, si un día ayudabas en el campo del vecino, él te devolvía el trabajo en tu campo otro día.

Andecha (Asturias)

El término «andecha» deriva del vocablo latino indicere (anunciar) y consiste en un trabajo personal, voluntario y gratuito que se ajusta al esquema de la reciprocidad equilibrada: “Hoy por ti, mañana por mí”. La andecha se inscribe por ello dentro de los trabajos que el derecho laboral denomina amistosos, benévolos y de buena vecindad.

La mano de obra de la andecha es reclutada atendiendo a lazos familiares, de amistad o vecindad, para hacer frente a los habituales trabajos del ciclo agrícola que resultan más acuciantes y a aquellas tareas que son particularmente gravosas para las familias del pueblo que atraviesan circunstancias especiales como viudedad, enfermedad o similares. La andecha también se convoca para ayudar en el acarreo de materiales en la construcción o reparación de un edificio.

Mutualismo comunitario

Mutualismo comunitarioEl mutualismo comunitario  , como describe Carlos Díaz en este interesante artículo, es la vía que completará a nuestro Estado de Bienestar, que no puede darlo todo (cada uno de nosotros, a título individual, tampoco). Se hace necesario recuperar prácticas que, como vemos, vienen de lejos. Las nuevas «economías colaborativas» no son alternativa innovadora de jóvenes hippies. Son propuestas «normales» para gente «normal».

Por otra parte, y refiriéndonos al mundo de las personas mayores al que especialmente nos dirigimos,  es en modelos de ayuda recíproca donde encontramos prácticas que sirven especialmente a la autonomía personal. Hoy no queremos ser asistidos desde una «caridad» que pone a alguien por encima del otro, sino desde la «solidaridad» entre iguales. Eso aumenta la autoestima, y con ello la autonomía. Queremos dar y recibir en todo caso. Es una cuestión de dignidad como personas.

Las experiencias que comentamos arriba y en el artículo anterior no miraban la edad de los participantes. Las personas mayores son clave en las inciativas colaborativas, principalmente porque aportan madurez y experiencia, también mayor disponibilidad de tiempo. En un jubilar o senior cohousing un vecino ayuda a limpiar la casa del otro, éste arregla el interruptor de su vecina, ésta imparte clases de yoga para todos, todos colaboran con el vecino que tiene un problema económico, aquél que por cierto ayuda a limpiar la casa del otro…

Hacenderas, auzolanes, sextaferias

Hubo un tiempo, en verdad no muy lejano, en que en nuestro país las campanas tocaban a Hacenderas:

Hacenderas

«Hacenderas«, facenderas o simplemente cenderas… En la última versión de 2013 del DRAE incomprensiblemente se ha eliminado esta acepción que anteriormente se definía como «trabajo a que debe acudir todo el vecindario, por ser de utilidad común». Se trataba de trabajos autoimpuestos por la comunidad. La escasez de recursos vía impuestos, pero sobre todo, la solidaridad vecinal, obligaban a estos trabajos en favor de lo común. Muchas personas mayores lo recuerdan: en Ferreras de Abajo (Zamora) el puesto de la Cruz Roja y la nueva iglesia se construyeron en los años 80 gracias un sistema de prestación personal que allí llamaban «concejo». Nos cuenta Leovigildo Santamaría, artesano de Ferreras, que «participaba todo el pueblo por turnos que se nombraban «a la vela», es decir, siguiendo el orden en que estaban las casas; ello no impedía que si alguien voluntariamente quería ir todos los días podía hacerlo».

Hacenderas Espejo Tera

Hacenderas 2010 en Espejo de Tera (Soria)

Nadie duda de que en las latitudes en que nos movemos nos gusta compartir fiesta, pero a menudo se percibe escepticismo acerca del compartir esfuerzo o aquello de es de todos (dicen «no es de nadie»). Las hacenderas demuestran que esto no fue así en otros tiempos. ¿Y en la actualidad?

Muchos jóvenes retomaron las antiguas tradiciones. En algunos pueblos, como Hiendelaencina o Viana de Jadraque (Guadalajara), Espejo de Tera (Soria), Andaluz (Soria), algunos pueblos de León, convocan en la actualidad hacenderas para limpiar el monte, restaurar un monumento, arreglar tuberías, reparar la calzada,  repintar las farolas o rehacer una presa. Tras el trabajo siempre viene la fiesta. Ambas son tradiciones inseparables.

Auzolanes

En Euskadi dicen «Auzolan» a estos trabajos comunitarios. Suelen realizarse antes de las fiestas, para adecentar el pueblo. Auzolan significa «trabajo vecinal» y obligaba a los miembros de la comunidad, generalmente por el usufructo de los bienes comunales. En Ea o en Elantxobe podemos ver hoy a sus habitantes trabajando para arreglar desperfectos en el pueblo.

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Zeraín: «somos algo más que una imagen de postal»

Un caso paradigmático es Zeraín, un pueblo de 250 habitantes del interior de Guipúzcoa, que ha revivido tras el cierre de las minas «a base de humildad e ilusión». En los 70 los jóvenes se unieron, creando una cooperativa de viviendas que les permitiría quedarse en el pueblo a trabajar; y se constituyó un grupo municipal independiente, elegido por todos en votación popular, el mismo que ha regido el ayuntamiento desde los inicios de la democracia hasta hoy.

«Amamos lo nuestro, dentro de un mundo que admiramos», dicen los zeraindarras. La clave del proyecto socioeconómico es el «auzolan», el trabajo comunitario con un objetivo: el que llaman «Paisaje Cultural«, modelo de desarrollo sostenible.

Sextaferias

vecinos-coviella

Sextaferias en Coviella

En Cantabria y Asturias se celebran «Sextaferias«. La palabra proviene de la denominación de los días de la semana antes del cambio del Papa San Silvestre: así la prima feria era el domingo… la sexta feria es el viernes. Aquí nos referimos a los trabajos comunales que se llevan a cabo una vez por semana. Cada casa ha de enviar un miembro (o una persona que le sustituya). Se hacen trabajos de adecentamiento a nivel local (aldea, pedanía…). Un ejemplo, el de Coviella (Cangas de Onís), que celebró la última sextaferia hace unos días para limpiar los caminos del pueblo.

¿Una experiencia solo de ámbito rural? El pueblo o pequeña aldea son entornos donde las relaciones vecinales se han hecho más fuertes. No obstante, el barrio o la urbanización, dentro de la ciudad, no es un ámbito espacial o comunitario que deba ser muy distinto. Tampoco la comunidad de vecinos de un bloque urbano, donde a menudo se realizan trabajos comunitarios (pintar la escalera o arreglar el patio común) con final similar: tortilla y vino.

La necesidad de relación con los demás, el interés por lo común y la solidaridad entre vecinos no parece exclusiva de municipios de pequeño padrón, y así en ciudades como Madrid, e impulsadas principalmente por una generación nieta de aquellos que sí atendían al toque de campana, se están cocinando experiencias como éstas:

Un grupo de iniciativas ciudadanas de gestión democrática e intervención en espacios públicos (la Red de Huertos Urbanos de Madrid, El Campo de Cebada, el Centro Social Seco, el Espacio Vecinal Montamarta, el Albergue de San Fermín, Todo por la Praxis, Intermediae…) quiere recuperar ese espíritu en un entorno urbano.

Somos muchos los que creemos que el supuesto individualismo cuasi-genético de ámbito ibérico (o incluso mediterráneo) es solo un reciente estereotipo. Vemos que antes no éramos así y hoy queremos recuperar nuestra identidad comunitaria. Somos felices cuando nos sentimos útiles y al tiempo recibimos el apoyo de los demás, incluidos en una comunidad. Se trata de una experiencia humana que trasciende tiempos y lugares, también edades. Lo recordamos ayer en la celebración del Día de la Solidaridad Intergeneracional 2014. Por ello reivindicamos las hacenderas, auzolanes o sextaferias, esas experiencias de colaboración entre iguales y de implicación en lo común, que parte de las personas y se dirige a ellas mismas: a su bienestar, a la transformación solidaria del lugar donde queremos vivir.

logo_casa_encendidaVivimos una verdadera reivindicación de la comunidad. Este martes 6 de mayo la asociación Jubilares estará en La Casa Encendida para compartir con nuestros amigos Borja Izaola, Entrepatios y Masqueunacasa,  nuestra visión acerca de nuevas formas de vida «donde se comparten recursos, se practica la corresponsabilidad, se alimenta la sed de comunidad, se diseña de manera participada y se gestiona de forma autónoma y horizontal».

Ni compra ni alquiler

Porque es momento de ser creativo, porque la situación de crisis demanda nuevas fórmulas, pero sobre todo porque necesitamos formas de acceso a viviendas y entornos físicos adecuados a nuestras necesidades personales… Por ello nos alegra leer noticias como la que compartía hace unos días Colectivo Cover,  la recogida en El Diario Vasco de este martes, «No todo es compra o alquiler», porque recoge interesantes iniciativas que ya son reales en nuestro país.

Chalet MercedesEn él se muestran alternativas residenciales basadas en el hecho de compartir. La masovería urbana se basa en la antigua masovería catalana, donde el propietario de una finca (antaño rústica) le encargaba la explotación de la misma (u otros servicios, como simple vigilancia o jardinería) y la residencia en ella a cambio de un cierto porcentaje en los beneficios. Hoy en la ciudad el intercambio es el uso del inmueble por ciertos servicios, como la reforma del edificio a costa del usufructuario. La masovería urbana se reguló en Cataluña por ley 18/2007.

El del la foto es un ejemplo, la rehabilitación del Chalet Mercedes, en el barrio de Can Baró (Barcelona). La forma de pagarlo por parte de los jóvenes inquilinos parte de una campaña de microfinanciación por internet (crowdfunding).

La masovería es una vía para la recuperación de espacios infrautilizados, viviendas vacías, locales en desuso… Así lo explica Eva Morales, de La Panadería (Sevilla):

El caso de la masovería nos recuerda que existen otras vías, alternativas a las tradicionales, también para que las personas mayores tengan la oportunidad de encontrar un mejor lugar donde vivir. Un antiguo complejo turístico en quiebra, una gran casona para compartir, como el Chalet Mercedes, o una más grande al estilo de la película ¿Y si vivimos todos juntos?; la cesión de un suelo a cambio de la explotación de un pequeño negocio en uno de los locales del complejo… Las fórmulas son infinitas.

Imaginación y creatividad. Como se comenta en el artículo citado arriba, «un reciente informe del Observatorio Vasco de la Vivienda, que pone de manifiesto que ‘hay vida’ más allá del alquiler tradicional y la compra en propiedad». Equipos como La Panadería, Habitares, Colectivo Cover, Cooperactiva, Sostre Civic, Ecohousing o el nuestro de Jubilares estamos trabajando para facilitar el acceso a la vivienda adecuada a nuestras necesidades.

Muchos más ejemplos de procesos colectivos de vivienda, en Más que una casa. Procesos colectivos de vivienda

Ecos del cambio con Jubilares

A través de Ecocentro TV se ha emitido una entrevista a Miguel Ángel Mira, presidente de la asociación Jubilares, donde en tan solo 6 minutos podéis encontrar un breve resumen del modelo jubilar, el senior cohousing, qué labores realiza nuestra asociación, qué valores la inspiran:

Como comenta Miguel Ángel, la iniciativa de los propios usuarios y la autogestión de las comunidades es la que garantiza la autonomía, derecho subjetivo de ciudadanía desde la última Ley de dependencia, en cualquier momento de la vida. Y es que, a diferencia de las experiencias en otros países, un jubilar es un «senior cohousing» que puede comprenderse como equipamiento de bienestar social por el hecho de dar consideración al tema asistencial; un jubilar es vivienda para toda la vida. Como también se explica aquí, el protagonismo de las personas mayores se extiende a nuestra propia organización como asociación.

Tratamos de pequeñas iniciativas transformadoras de la realidad a escala más amplia. Son, en ese sentido, «ecos» de un cambio global. Las comunidades que proponemos son, como explica Miguel Ángel, «sitios inspiradores de valores como la colaboración, la autoayuda mutua, la solidaridad, los principios que tiene una cooperativa. (…) Son máquinas de transformar la sociedad».

En este espacio audiovisual, «Ecos del cambio», se presentan propuestas quea nivel cultural, político, económico y social pretenden dar respuestas a problemas de nuestro mundo actual: nuevas formas de consenso, de democracia o de comunicación, la economía solidaria, la banca ética, la vida sana, la tecnología limpia, nuevas formas de emprender, de producir, de relacionarse en sociedad, de hacer justicia, de tratar a la naturaleza y al prójimo, de crecer, de recuperar el contacto con lo más verdaderamente humano.

Economías colaborativas. Juntos podemos

Opciones 44¿Es la crisis un «motor para la creatividad colectiva»? En los últimos tiempos están surgiendo múltiples modelos comunitarios de consumo, o «economías colaborativas o comunitarias». Sobre ellos la revista Opciones en su número 44 (Economías colaborativas) realiza un análisis en profundidad.

Las fórmulas colectivas están trascendiendo más allá de la consideración de fórmula de ahorro y se generalizan en el «mundo convencional». Ya no es exclusivo de «sectores sociales más activistas». Como decía Albert Cañigueral recientemente, “Antes compartir era de pobres y ahora es de listos”.

Revista Opciones pag.44

En la Guia Práctica (páginas 24-27) tenemos una selección de un centenar de servicios o bienes de ámbitos diversos que se ofrecen mediante fórmulas colaborativas

Estamos viviendo – continuamos leyendo en Opciones – un «giro en las normas sociales» de forma que «los comportamientos altruistas o cooperativos serán socialmente más valorados». Esto nos lleva a una reflexión interesante: ¿consumiremos fórmulas colaborativas porque, dentro de nuestra pulsión consumista éstas nos dejan mejor conciencia? Si fuera así podríamos pensar que no es más que una moda, un «lavado de imagen» para empresas u organizaciones.  El reportaje recuerda cómo Elinor Ostrom, premio nobel de economía 2009, «demostró que [en determinadas condiciones] los sistemas de gestión basados en normas y sistemas de control creados por la comunidad podían ser los más adecuados para garantizar un mantenimiento duradero de los recursos comunes». Así que deberíamos construir iniciativas abiertas a la ampliación, dispuestas a transformaciones a gran escala, con «perspectiva del contexto general».

Existen múltiples experiencias de consumo colaborativo, innovaciones comunitarias, economías solidarias, etc. La definición que la revista propone como común a todas ellas es la de:

«Espacios de experimentación colectiva

(Aunque en muchos casos no son nuevos, sino que vienen de tradiciones de asociacionismo y cooperativismo, sí es cierto que nos situamos en un mundo globalizado, contamos con las TIC y una cultura P2P, etc. Ahí radica la innovación de las propuestas).

– liderados por la sociedad civil o la comunidad

(Autoorganización para lograr los objetivos propuestos)

– para generar formas alternativas de satisfacer necesidades

(Servicios como alojamiento temporal o habitual, movilidad, finanzas, educación, energía, información, productos como alimentación higiene y otros)

– desde una mirada de transformación«.

(Como comentábamos hace unos días, muchas de las iniciativas nacen con vocación de transformación social a otra escala.)

¿Y por qué la cooperación? ¿Qué nos aporta? Referido al consumo, el principio fundamental es que es más importante el uso del bien que su propiedad. En el interesante monográfico de la revista esPosible titulado «Tener o disfrutar» se profundiza en este aspecto. La acción de compartir es la respuesta lógica a esta necesidad. Por otro lado, aparte de un evidente ahorro económico en el consumo (ver por ej. consumocolaborativo.com), en lo cooperativo hay una parte importante de autorrealización, de sentir lo mucho de lo que somos capaces, de descubrir nuevas dimensiones, de construir comunidad (otra necesidad humana universal). Las dificultades para llegar a buen puerto no se pueden obviar y fundamentalmente provienen de fallos en los procesos de participación. La vinculación con la comunidad, la verdadera democracia en los procesos participativos y la transparencia son andítotos para esos errores.

Como la revista no tiene desperdicio no añadimos más a este breve sumario. Recomendamos la lectura de Opciones para conocer más de cerca este fenómeno y las más de cien  fórmulas colaborativas que nos proponen. El número vale 4,5 euros. Y lo puedes compartir.

Espontánea solidaridad. Calculada codicia

Stock PhotoEn estos días leíamos un curioso artículo: «10 cosas que la ciencia nos enseñó en 2012 sobre felicidad». Entre ellas, un estudio viene a hablarnos de nuevo sobre el sentido de cooperación: «los humanos son instintivamente más cooperativos que egoistas».

Vaya, parece que siempre habíamos oído hablar en sentido contrario… El estudio, publicado en Nature por los investigadores de Harvard David G. Rand, Joshua D. Greene, and Martin A. Nowak, se basa en una serie de estudios que demuestran que la decisión más rápida, espontánea e intuitiva es, de media, más generosa mientras que la decisión racional, que se toma su tiempo… es más egoista.

Un ejemplo, descrito en el artículo de Emiliana R. Simon-Thomas (directora científica del Greater Good Science Center): “El Juego del Bien Público”- the Public Goods Game-:

«Estás jugando con otras tres personas que no conoces (…) y todos comenzáis este juego con la misma cantidad de dinero. Se os invita a todos a contribuir con una parte de ese dinero a un fondo común». Más tarde, «el organizador del juego dobla la cantidad que hay en el fondo y lo reparte en partes iguales entre los cuatro jugadores ¿Qué harías? ¿Cuánto pondrías?»

En los casos en que se pedía rapidez de decisión la gente ponía más dinero. Si todos hacen lo mismo todos se llevan el doble.

En los casos en que se podía tomar tiempo para pensar surgía el pensamiento egoísta: poner poco y confiar en que los demás pongan la totalidad de sus fondos, para salir de la operación con más dinero del que se había puesto, y más dinero que el resto, claro.

Estos estudios, junto con otros realizados a más de 1000 personas, proveen una fuerte evidencia de que, de media, la gente tiene un impulso inicial cooperativo y que con razonamientos posteriores tiende a comportarse de forma más egoísta.

Los investigadores señalan que los datos no prueban que la solidaridad sea más innata que el egoísmo a nivel genético, aunque puntualizan que la experiencia vital sugiere, en la mayoría de los casos, que cooperar es ventajoso, y que por tanto una actitud cooperativa no es un mal comienzo “por defecto”.

La etapa de mayor, caracterizada por la experiencia, el conocimiento acumulado y la disponibilidad de tiempo, ofrece una oportunidad magnífica para construir nuevas iniciativas a través del trabajo cooperativo.  En Jubilares, la participación y la colaboración son los mimbres con los que «tejemos» nuestras actividades y metodología, hasta hacerlas el centro de la vida de jubilar.