Categoría: Noticias Jubilares

Guadalajara busca la participación de las Personas Mayores
El Ayuntamiento de Guadalajara ha comenzado el proceso para desarrollar el II Plan de Acción Guadalajara Amigable con las personas mayores, un plan que tiene como objetivo contribuir a la creación de entornos que promuevan y faciliten el envejecimiento activo y saludable en la ciudad.
En el desarrollo del I Plan de Acción la ciudad alcarreña ya contó con el apoyo técnico de Jubilares y en esta ocasión el consistorio ha vuelto a contar con la asociación, que dinamizará los procesos participativos de cara al diagnóstico y futuro plan de acción.
Para llevar a cabo estos procesos es indispensable la participación activa de las personas mayores para que sus necesidades, opiniones y propuestas no solo sean escuchadas, sino tenidas en cuenta. Para ello se desarrollarán varias reuniones de grupos, 3 el día 25 de octubre (dos en turno de mañana y una en turno de tarde) y 2 el 26 de octubre en horario matutino en el Centro Municipal Integrado Eduardo Guitian. Y uno más el 2 de noviembre en el Centro Social Cifuentes. Las personas interesadas en participar en estos grupos tienen que confirmar su asistencia a través del correo electrónico mayores@aytoguadalajara.es o en el teléfono 949 010 383 en horario de 9:00 a 14:00.


Jubilares participa en Costa Rica en el I Congreso Nacional de Ciudades y Comunidades amigables con las personas mayores
El Centro Nacional de Convenciones de Costa Rica, junto a la capital, San José, es el lugar elegido para que se desarrolle el I Congreso Nacional de Ciudades y Comunidades amigables con las Personas Mayores, durante los días 19 y 20 de octubre de 2022, organizado por el Ministerio de Salud de Costa Rica, el Instituro de Fomento y Asesoría Municipal, la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), la Fundación Yamuni Tabush, la Asociación Nacional de Alcaldías e Intendencias y la Junta de Pensiones y Jubilaciones del Magisterio Nacional.

El objetivo principal del Congreso es facilitar el intercambio de experiencias y el desarrollo de acciones asertivas en las ciudades y comunidades amigables con las Personas Mayores de Costa Rica, un concepto que la Organización Mundial de la Salud promueve, y que en España está liderado a través del Imserso.
Para ello, dentro del elenco de exposiciones que se van a desarrollar, han contado con la presencia de Javier del Monte, coordinador de proyectos de Jubilares que hablará de la ‘Vivienda colaborativa como estrategia promotora del envejecimiento saludable’, en la que podrá hablar de Senior Cohousing, del proyecto Comunidades de Cuidados o de los diferentes apoyos técnicos que la Asociación lleva a cabo con diferentes ayuntamientos dentro del marco de Ciudades Amigables con las personas mayores.
Entre los paneles que van a poder escuchar las personas que participan en el Congreso, podemos destacar la presentación de la Guía de Buenas Prácticas regionales ‘Vamos a lograrlo’ que traen Marcela Bustamante y Valentina Pardo desde Colombia o, también desde España, la presentación que va a llevar a cabo el alcalde de Coslada, Ángel Viveros, que hablará sobre ‘Implementación de Ciudades Amigables con las Personas Mayores en Coslada’, donde Jubilares también participó en la asistencia técnica para el desarrollo del Diagnóstico y Plan de Acción de la ciudad. La ciudad madrileña está muy relacionada con Costa Rica pues también lleva adelante el Proyecto ‘Ciudades que Cuidan: Tibás y Coslada’ un proyecto de aprendizaje conjunto, alianza a favor de las gobernanzas participativas centradas en la inclusión social, entre el Ayuntamiento de Coslada y la Municipalidad de Tibás (Costa Rica). Se trata de un programa cofinanciado por la Unión Europea en el que también participa Jubilares como parte del Grupo Cooperativo Tangente.
Una experiencia internacional para poder llevar a cada vez más personas alternativas para el desarrollo de su vida según sus deseos y necesidades, con el apoyo de la comunidad que cuida.
Se presenta en España el mapeo de iniciativas de viviendas colaborativas en Europa
En el marco de las Jornadas de Viviendas Colaborativas que se celebraron en Valladolid, el 22 de septiembre, organizadas por VIVA, AVS y el Ayto. de Valladolid, pudimos conocer uno de los proyectos más novedosos alrededor de este tema en Europa.
Se trata del proyecto Co-Lab Research, de la Universidad de Utrecht, un mapeo de iniciativas que Sara Brysch, investigadora del proyecto, presentó a todos los asistentes.
La influencia de este proyecto es que propone, basándose en las experiencias existentes, la definición de vivienda colaborativa y su clasificación general. Es decir, los proyectos de vivienda colaborativa existentes -aun con nombres distintos-, tienen rasgos comunes suficientes como para hablar de un modelo alternativo de vivienda, o un modo de vida. Más de 1.800 proyectos en Europa, que suponen casi 30.000 alojamientos (entre Países Bajos, Dinamarca, R.Unido y Suecia), no deja de ser un porcentaje minoritario de vivienda, pero llama la atención el fuerte impacto social (positivo) que está generando y su creciente demanda.
Además, el proyecto de la universidad de los países bajos también recoge las diferencias entre los proyectos, a otros niveles más instrumentales

La vivienda colaborativa la definen los procesos, no la arquitectura
Sara Brysch nos confirmó que el término “vivienda colaborativa” hace referencia a proyectos “de abajo a arriba”, que tienen cinco características comunes en toda Europa:
- Intencionalidad de los residentes, de llevar a cabo una comunidad colaborativa
- Visión común de los residentes
- Toma de decisiones colectiva
- y una vez que viven juntos
- Usos y actividades compartidas
- Alto nivel de participación de los usuarios en la vida cotidiana
A su vez también distinguió dos grandes grupos en los que dividir los diferentes proyectos de viviendas colaborativas:
- Viviendas con orientación prioritaria a la vida en comunidad, como son el Cohousing, el Senior Cohousing, las Ecoaldeas o los pisos compartidos
- Viviendas con orientación preferente a la auto provisión colectiva de vivienda asequible. Cumplen con la definición (iniciativa y diseño de los residentes), pero luego tienen menos vida en comunidad que el anterior tipo.
Entendemos por tanto que ambas líneas necesitan de sistemas horizontales de toma de decisión, basados en el cuidado de las relaciones comunitarias, y por ello, de herramientas específicas de aprendizaje y desarrollo personal y comunitario.
Sin embargo, la sub-clasificación que hace el Co-Lab de la línea 2 (orientación preferente a la auto provisión de vivienda asequible), incluye algún ejemplo que diluye en exceso la esencia participativa indicada en la definición general.
Diferentes sistemas de tenencia mutual
Quedó también patente en la exposición de Sara Brysch que existen muchos sistemas de tenencia distinta, pero predomina lo que, en la siguiente ponencia, llamó Pilar Alguacil “Sistemas Mutuales” (cooperativas, asociaciones, y en ocasiones fundaciones), pues son los más coherentes con la intencionalidad comunitaria y colaborativa.
Pilar Alguacil, catedrática de Derecho Financiero y Tributario por la Universidad de Valencia, coincidió en que no puede definirse la vivienda colaborativa sin la co-gestión de sus usuarios. También nos recordó que lo que más afecta al modelo en España es un cierto vacío regulatorio que deviene en dificultades para acceder a financiación, falta de seguridad fiscal, e incluso dificultad de acceso a suelo. No obstante, remarcó Alguacil, pese a la falta de marco regulatorio específico, en España ya se están llevando a cabo varias iniciativas.
El papel de las administraciones públicas
Maite Arrondo, Coordinadora del Grupo Relaciones Europeas e Internacionales de AVS, nos presentó una nueva iniciativa, el Proyecto Europeo de Red de Ciudades por la Vivienda Colaborativa, dirigido a las entidades públicas municipales a cargo de políticas de vivienda pública, destinado a intercambiar experiencias y conocimiento en las líneas de apoyo a estas iniciativas, respetando su definición e idiosincrasia y ayudando a despejar obstáculos en su camino.
Experiencias concretas; Bilbao, Barcelona, Rivas y Valladolid
José María Escolástico, Subdirector General del OAL Viviendas Municipales de Bilbao, nos ilustró cómo este organismo público y autónomo, con más de 100 años de historia, siempre ha mantenido un consenso en esta materia, y por eso hoy Bilbao es la ciudad de España con más viviendas protegidas por habitante, gestionando un parque de más de 4.000, de muy distinto tipo.

La clave para ellos es conocer bien cuales son las necesidades y los tipos de demandantes de vivienda a precio asequible, para ofrecer distintos productos, actualizados, en las proporciones adecuadas a dicha demanda. De este modo, han puesto en marcha un proyecto piloto de viviendas en alquiler en las que dotan al edificio de algunas zonas comunes que invitan a una mayor relación entre los vecinos.
Artur Fornés, Abogado asesor del programa de cooperativas de vivienda del Ayutamiento de Barcelona, nos contó la experiencia de la Ciudad Condal, más avanzada en el modelo colaborativo, donde ya se han finalizado tres edificios de vivienda colaborativa (es decir, de alto protagonismo de los usuarios en el proceso) y nos mostró fotografías del edificio de La Balma. La presencia activa en Barcelona, desde 2004, de la Cooperativa Sostre Civic, es un hecho relevante para entender los procesos impulsados por el consistorio.
Miguel Ángel Mira, presidente de Jubilares, explicó cómo desde el comienzo del proyecto Cohabita Rivas, La EMV de Rivas Vaciamadrid estuvo de acuerdo en idear un procedimiento que respetara las claves participativas del proceso, apostando por el modelo de creación de comunidad de cuidados para el envejecimiento (Senior Cohousing) y explicó las claves o innovaciones jurídicas implementadas para poder llevar a cabo el proceso sobre dichas premisas. Para ello, firmó un convenio con la Unión de Asociaciones Cohabita Rivas, creada ad hoc por las asociaciones Microurbanía, la Asociación de Ingenieros Senior Caminos y la Asociación Jubilares.
Se estableció para ello una metodología en fases, que facilitara la participación de las comunidades en todo el proceso. En la actualidad, tres asociaciones -Cosmos de Rivas, La Corrala y Taray- siguen desarrollando los trabajos de formación de la comunidad (Taller 1), posteriormente acometerán el diseño del edificio (Taller 2) y finalmente el diseño de las estrategias de cuidados mutuos (Taller 3).
Loreto de la Fuente, Gerente de la Sociedad Municipal de Vivienda y Suelo de Valladolid (VIVA), nos explicó que VIVA desea apostar por el modelo de vivienda colaborativa mediante alquiler, e irán desarrollando su encaje próximamente.
En el debate posterior, en cuanto a la forma de acceder a suelo público, quedó patente que los modelos de cesión de derechos de superficie son más complejos jurídicamente que los de alquiler, pero que estos últimos no son accesibles a muchos municipios que no cuentan con fondos para construir los edificios sobre su suelo.
En otros países de Europa la figura de Community Land Trust (CLT) está resultando ser una alternativa de tenencia para asegurar la continuidad en el tiempo de los proyectos colaborativos públicos. Esta figura es distinta que el derecho de superficie, pues asegura la propiedad del suelo y su uso a perpetuidad (no con el límite temporal del derecho de superficie) y permite generar una inversión conjunta e incluso emitir títulos o participaciones, de tal forma que se ofrezca a una multiplicidad de inversores la posibilidad de invertir en un proyecto social, con rentabilidades ajustadas pero muy seguras, gracias a la idiosincrasia de los proyectos colaborativos: personas que responsable y voluntariamente se juntan para sacar adelante un proyecto de vida compartido y sostenible.
La Universidad del País Vasco ofrece un curso de verano sobre arquitecturas para el envejecimiento
Aunque sabemos que el edificio no es definitivo para la creación de una comunidad, sí que es importante, puesto que permite tanto la intimidad como los espacios comunes donde generar esa vida compartida que supone el vivir en un cohousing. Por ello la Universidad del País Vasco, dentro de su oferta de cursos de verano propone un curso llamado Arquitecturas para el envejecimiento en el que contarán, como uno de sus ponentes, con Miguel Ángel Mira, presidente de la asociación Jubilares, como arquitecto y experto en vivienda colaborativa.

El curso, que está dirigido principalmente a estudiantes universitarios del ramo o profesionales de la arquitectura, ya sean arquitectos o aparejadores que estén interesados en arquitectura en consonancia con los cambios demográficos que se están produciendo en todo el mundo occidental.
Debido a su presencia como ponente en dicho curso Miguel Ángel Mira respondió a una serie de preguntas que se han plasmado en este artículo del que destacamos esta respuesta sobre cómo se crea el germen de una comunidad y cómo el cuidado de esta se convierte en clave para el buen futuro del cohousing:
“Las comunidades comienzan con un grupo pequeño de personas, que cuentan con vínculos emocionales que las unen, y que van madurando la idea lentamente. Este grupo motor es el embrión del proyecto, y en un determinado momento llegan a la conclusión de que necesitan crecer y “organizarse” para llevar a cabo su idea. Es en este momento donde comienza el proceso de aprendizaje y formación de la comunidad más amplia, que se lleva a cabo en 3 grandes fases: creación de comunidad, diseño del edificio y formalización de compromisos de cuidados. Esta parte del proceso puede llevarles entre 2 y 3 años. Esta etapa tiene mucha carga emocional y de trabajo, y es una fase crítica para el éxito o el fracaso. Pero es necesario darse tiempo para poder ver si el proyecto encaja con nuestros deseos y necesidades. Veremos si estábamos buscando más una comunidad o unos apartamentos con servicios o un hotel geriátrico… Si nos interesa más contratar servicios profesionales o vivir en comunidad, o quedarnos en casa…”
Para obtener más información sobre el curso puedes acceder a través de este enlace.
Avances en el Jubilar Villa Rosita
Es una alegría poder ver cómo las cooperativas van avanzando en sus procesos y poder acompañarles en su camino. El Jubilar Villa Rosita, quienes son, como cooperativa, socios de esta asociación nos han compartido sus novedades, que son importantes para su apuesta por una vida completa y con sentido, a través de una carta que reproducimos a continuación.
Si deseas obtener más información sobre el Jubilar Villa Rosita, te invitamos a ponerte en contacto a través de su página web www.villarosita.es

Un cordial saludo del Jubilar Villa Rosita
Nuestro momento actual es muy especial, porque vamos a empezar a construir nuestro hogar en un lugar maravilloso como es la finca de Villa Rosita, en la Colonia de Torrelodones junto a la estación de cercanías. Nuestro proyecto de viviendas colaborativas se compone de veintinueve unidades residenciales y unos edificios de uso común que albergan espacios como un comedor, sala de estar, habitaciones para invitados, aula polivalente, lavandería, etc. Nuestro planteamiento es llevar una vida tranquila, saludable y sostenible tanto en lo medioambiental como en lo social, con el objeto de disfrutar de un envejecimiento activo y solidario.
Los hitos más importantes y esperados son la concesión de la licencia de obra por parte del ayuntamiento de Torrelodones en julio de este año y la firma de un contrato multiparte, con MMN arquitectos, la constructora ACR, Morar Arquitectura y Zerocity que nos gestiona este modelo y las soluciones del ciclo de vida del proyecto. En el proceso previo a la firma del contrato también hemos trabajado colaborativamente con la Asociación Jubilares
Se trata de uno de los primeros contratos de este tipo que se firman en España, en el que los distintos intervinientes en el proyecto comparten riesgos, responsabilidades y beneficios.
Vamos a construir con un sistema industrializado de paneles prefabricados, permitiendo reducir de forma significativa la huella de carbono y acortando el plazo de ejecución. Partimos de un compromiso de reducción del uso de los recursos naturales como el agua, y los aljibes, los pozos y el molino de viento que hay en la finca, serán conservados con el mayor cuidado. Del mismo modo, los edificios se van a construir con un nivel máximo de eficiencia energética, disponiendo de energía fotovoltaica.
En fechas próximas vamos a participar dentro del proyecto de “Comunidades de cuidados” que promueve entre otros, la asociación Jubilares, en lo que llamamos el Taller 3. Nos permitirá reflexionar y diseñar una visión compartida de nuestra estrategia de apoyo mutuo y cuidados. Afianzando el marco de convivencia, los valores, la comunicación y gobernanza del grupo.
Nos encontramos en un momento importante de nuestro proyecto y en un escenario complicado por el incremento de precios, la inflación y la subida de los tipos de interés. A pesar de todo, seguimos adelante ilusionados y comprometidos.
Si queréis saber algo más de nuestro proyecto, podéis encontrarnos en https://villarosita.es/.

El III Encuentro de Ayuntamientos de la Red de Ciudades Amigables con las Personas Mayores también se podrá seguir online.
El próximo 24 de mayo se celebrará el III Encuentro de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores que tendrá lugar en el Centro de Referencia Estatal para la Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (Ceapat) del Imserso en Madrid, aunque también se podrá seguir en directo en streaming a través del canal de Youtube del Imserso.

El encuentro, enfocado en las iniciativas municipales que ofrecen mejoras constatables en la construcción de entornos más amigables e inclusivos con las personas mayores, contará con la inauguración de Luis Barriga, director general del Imserso y de Javier de Frutos, subdirector general de Derechos Sociales de la FEMP.
Tras una ponencia marco a cargo de Sara Ulla, Coordinadora de Estudios y Apoyo Técnico de IMSERSO, se llevará a cabo una presentación de la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030, por Thiago Herick Sá, técnico del Departamento de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS. A continuación, una docena de municipios tendrán la oportunidad de exponer buenas prácticas en torno a los siguientes ámbitos: 1) participación de las personas mayores, 2) intervenciones desde la comunidad para abordar la soledad no deseada y aislamiento social, 3) redes comunitarias para un envejecimiento inclusivo y 4) personas mayores y tecnología: herramientas digitales y de comunicación.
La asociación Jubilares participará en la tercera de las mesas de experiencia que se llevará a cabo enfocada en las redes comunitarias para un envejecimiento inclusivo. En ella Javier del Monte realizará la introducción para que desde los Ayuntamientos de Vitoria, Pamplona y Tineo (Asturias) presenten los diferentes programas que han llevado a cabo. La mesa será moderada por Marisol Tundidor, jefa de servicio del equipo de Coordinación de la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores.
Para ver el programa completo y acceso pulsa aquí.
“Un cohousing es un cambio personal, una transición del yo al nosotros”
Entrevista a Maribel Cáceres, Fernando León y Concha Pérez, miembros del jubilar ABANTE de Sevilla

“Si pudiéramos irnos a vivir con los amigos…”. Maribel Cáceres tenía esa aspiración mucho antes escuchar por primera vez la palabra cohousing. Por eso, cuando en 2014 oyó hablar de Trabensol, hizo el viaje de Sevilla a Torremocha del Jarama para verlo con sus propios ojos. “Cuando salí, supe que era como yo quería vivir. Lo supe”. Dos años después se convirtió en socia amiga de la Asociación Jubilares y, gracias al apoyo de esta entidad y de la tenacidad de los miembros de la asociación Abante, ese sueño está más cerca de hacerse realidad. Cuenta ya con una parcela en Mairena del Aljarafe y lo de irse a vivir con los amigos ha dejado atrás la condición de sueño para acariciar la materialidad del proyecto.

Al margen de la edad, el perfil de los miembros de Abante corresponde a un nivel económico medio y estudios superiores. “Hay docentes, sanitarios, empresarios… Existe una gran variedad de conocimientos y cada cual aporta lo que sabe sobre medio ambiente, fiscalidad, etc. en las comisiones de trabajo”. Concha está convencida de que la heterogeneidad de perfiles es una fuente de riqueza para el grupo.

Concha se incorporó a Abante hace solo un año. Le interesaba el modelo, aunque entonces no conocía a ninguno de sus integrantes. “En un año hablo más con ellos que con mis hijos, se han establecido relaciones muy fuertes porque tenemos un objetivo común. Cada uno mantiene su independencia, su familia, amistades, pero nos une la idea de lo que queremos hacer. En el camino se va formando esa comunidad. No creo que sea necesario traer la amistad ya puesta”.
Su experiencia ilustra a la perfección que en una comunidad de cohousing la amistad se construye antes que el edificio, y no necesariamente sobre relaciones previas. “Estos lazos que han ido creciendo casi sin darnos cuenta han sido un descubrimiento –asegura Maribel–, un éxito en la vida, una satisfacción. Muchas veces pensamos que nuestra familia y amigos son más sensibles, y no es así. [La cooperativa] es un aglutinante que hace crecer unos lazos de amistad muy importantes”.
Y llega la pregunta-cliché: ¿el coronavirus ha reforzado su apuesta? Maribel se muestra más convencida que nunca porque “los cohousing han salido bastante más airosos de la pandemia que las residencias. En ese sentido me alegro de estar en un proyecto como este”. Concha es de la misma opinión: “Lo que se ha visto en las residencias… ahora es que lo tengo clarísimo”.
Trabajo, formación y asesoramiento profesional, claves
Maribel alterna su trabajo unos meses al año (tiene una jubilación parcial) con la organización de Abante y la formación. “Hace falta aprender casi de todo. Ahora estoy haciendo un curso de comunicación no violenta”, explica. Además, participa en un grupo de WhatsApp en el que hay 130 personas, algunas expertas y otras camino de serlo por estar involucradas en la formación de comunidades de cohousing. La curiosidad y las ganas de aprender son un requisito fundamental en cualquier iniciativa de estas características. Hacen falta conocimientos sobre temas legales, fiscales, económicos, “aunque sean nociones básicas” y en general sobre el funcionamiento de una cooperativa, ya que es la forma legal que adquiere un cohousing.
Parte de la formación consiste en asimilar la forma de vida que implica vivir en un cohousing. Concha lo resume así: “Es un cambio personal. Tienes que hacer una transición del yo al nosotros, sobre todo en el mundo en que vivimos. Lo comunitario es más importante que lo individual. Hace falta formación en este aspecto y también una apertura psicológica a otra forma de vida. A estas edades, eso también es más difícil”.
Junto a la formación continua y la predisposición personal, los miembros de Abante consideran que es imprescindible establecer unas normas claras. Fernando León, que junto con Maribel es una de las seis personas que fundaron Abante y se ha ocupado de la tesorería durante varios años (ahora sigue colaborando con los números desde un segundo plano), opina que para abordar los problemas que surgen durante el proceso es fundamental dotarse de unos estatutos que “incidan mucho sobre el comportamiento y la conducta de las personas y que se apliquen con firmeza durante la formación del grupo”.

Otro elemento esencial para llevar adelante un cohousing es el asesoramiento. En Abante consideran fundamental la labor de acompañamiento experto de la Asociación Jubilares. Maribel, que se declara partidaria del modelo de Charles Durrett, cuyos principios y metodología inspiran los jubilares que, como este de Sevilla, se están desarrollando en distintos puntos de España, afirma rotunda que “sin Jubilares no lo hubiéramos conseguido. Han sido un soporte fundamental”. Fernando León corrobora sus palabras: “Este es un mundillo que requiere mucha lectura, información, todo eso lo aportó Jubilares”. A su juicio, la labor de Jubilares tanto como facilitadores en los talleres en los que las personas se conocen y se crea la comunidad, como en la búsqueda de parcela, ha sido determinante para que el proyecto avanzase. Actualmente tienen la vista puesta en el taller 2, previsto para después del verano, en el que el grupo codiseñará el complejo con el equipo de arquitectura mediante métodos participativos. Por el momento, pretenden que cada vivienda disponga de 2 dormitorios con baños, terraza y salón con cocina americana. Y, partiendo de esta estructura básica, tendrán que planificar las zonas comunes.
En el jubilar Abante recomiendan aplicar y respetar la metodología, “que está estudiada y basada en errores que se han cometido”, recuerda Fernando León. Y a renglón seguido él mismo se encarga de compartir dos de sus errores, que admiten abiertamente porque creen que han sido una lección valiosa que, además, puede ayudar a otros grupos. “El taller 1 es necesario para conocerse, porque muchas personas no nos conocemos de antes. Si el taller son 6 meses, así debe ser. En Abante lo acortamos y al cabo del tiempo salieron cosas que no encajaban”. Esto se tradujo en 26 bajas. “También ocurrió lo siguiente –prosigue–, la idea inicial es que haya entre 27 y 30 unidades convivenciales; sin embargo encontramos una parcela ideal pero grande. Y pensamos: si da para 60, hacemos dos. La metodología la aplicamos a 79 personas” (el tamaño aconsejado es de 15 a 30 unidades residenciales). Respetar el tamaño del grupo, como han comprobado en su propia comunidad, es primordial, no un capricho teórico.
Cohousing, un modelo aún muy desconocido
En los últimos años se han multiplicado las noticias y alusiones al cohousing. El término suena en los medios y en algunas conversaciones, sin embargo falta información y formación para comprender en qué consiste realmente. Ese desconocimiento es precisamente uno de los obstáculos que se han encontrado los miembros de Abante. Fernando León echa de menos “legislación específica” que ayude a superar algunas de las complicaciones que se están encontrando en el camino, por ejemplo para acceder a la financiación necesaria. Él sostiene que “la cooperativa no tiene edad, se va renovando”, sin embargo bancos y cajas no entienden una lógica que rompe literalmente la división horizontal de la propiedad en beneficio del proyecto común. “El banco tiene dificultades para ver que esto es innovación social –critica Maribel–. Nos miran con lupa, no se fían, les cuesta asumir nuestra edad. Tienen que entender que es la cooperativa la que avala, no cada individuo. Y la banca ética no tiene recursos suficientes para apostar por esto”.
A nivel institucional también se percibe cierta falta de información y de adecuación de la normativa sobre vivienda, servicios sociales, etc. a esta alternativa que atrae cada vez a un mayor número de personas, no solo sénior. Influye también, cómo no, la lógica especulativa del sector inmobiliario y la voracidad del mercado respecto al suelo. ¿El resultado? La mayoría de los grupos de cohousing suele vivir experiencias frustrantes cuando se dirigen a los ayuntamientos en busca de suelo público, animados por la idea de que esto es una alternativa a los centros residenciales tradicionales que, a priori, podría contar con algún tipo de respaldo público. Abante no es una excepción, por eso valoran el asesoramiento de Jubilares para orientarles en la relación con distintas entidades municipales. “Lo hemos trabajado a fondo y sabemos que no podemos acceder a suelo público porque estamos en un nivel de renta que lo impide”, admite Maribel Cáceres.
¿Y qué ocurre con la ciudadanía, particularmente entre la población potencialmente interesada en formar parte de comunidades como la de Abante? Las noticias, las redes sociales y el buzón de la Asociación Jubilares indican que el interés por el cohousing es creciente. En el colectivo sevillano también lo han constatado. “Desde que se publicó la página web hemos tenido del orden de 700 inscripciones. A una reunión acudieron 160 personas. Mucha gente entra por curiosidad”, señala Fernando León. “Hay quien lo entiende y lo hace suyo y se mueve con más facilidad, pero hay quien lo ve desde fuera y piensa que se trata únicamente de ser cuidado y no estar solo a cierta edad”, explica Maribel Cáceres.
Tampoco está de más admitir que el modelo entraña cierta complejidad, tanto filosófica como práctica. El hecho de que el proyecto sea autogestionado implica que todas las personas no solo pueden, sino que deben participar en el trabajo y en la toma de decisiones. El “ordeno y mando”, subrayan los miembros de Abante, no tiene cabida. Además, en una sociedad cada vez más individualista y acostumbrada a los proyectos “llave en mano”, esta complejidad echa para atrás a muchos, aunque también atrae de forma irreversible a otros tantos. “Un cohousing no es para todo el mundo”, advierte Concha. “No todos quieren perder un poquito del yo para entrar en el nosotros.
Junto a la predisposición personal, un cohousing requiere una inversión de dinero que no todo el mundo puede o quiere realizar. En el jubilar Abante cada uno de sus miembros ha desembolsado unos 45.000 euros para hacer frente a los gastos iniciales y compra del suelo. Algunas personas que han dejado el proyecto carecían de esos recursos –aunque no siempre se admita de forma explícita– y otras, simplemente, preferían dedicarlo a otras cosas. Maribel lo resume así: “Algunos se van porque tienen 45, 50 años y, aunque les parezca un proyecto bonito, prefieren dedicar sus recursos a viajar, por ejemplo. Piensan que tienen aún mucho tiempo por delante y que podrán apuntarse más adelante. Sin embargo, es precisamente a esa edad cuando hay que empezar a trabajar en un cohousing. Esto no es una residencia de ancianos modernizada, es otra cosa, algo que se construye con mucho tiempo y esfuerzo”.
“Es una alternativa de envejecimiento activo –destaca Fernando–. Yo quiero huir de la residencia tradicional y no quiero que los hijos estén pendientes de nosotros. Esto para mí es ideal. Vas a estar entretenido (si te toca hacer la comida o cualquier otra cosa) como estás en tu casa. Es el convencimiento al que tenemos que llegar”. Concha va más allá y desanima abiertamente a quienes, tras la jubilación, no quieren trabajar más. “Entonces no te metas aquí, vete a una residencia maravillosa. Aquí se trata de colaborar, participar y mantenerte activo, no sentarte y que te lo den hecho. Esto es otra historia. No se trata de conseguir servicios a cambio de nada”.
Atención integral y centrada en la persona
En Abante aún no han comenzado a trabajar en cómo abordar los casos de dependencia que se puedan dar en el seno de la comunidad, aunque lo contemplan como una de las cuestiones que deberán quedar reflejas en las normas de régimen interno que elaborarán más adelante. Sí tienen claro que van a seguir el Modelo de Atención Integral y Centrado en la Persona, dentro de la estrategia que diferencia un jubilar de otros modelos de cohousing sénior.
Por el momento, cuentan con una comisión de Sanidad (en la que hay personas con experiencia profesional en el ámbito sanitario) que podrá asesorar de forma rigurosa la planificación de su sistema de atención a la dependencia. Como adelanto, en uno de sus talleres participó una enfermera de enlace, una figura que se dedica a la atención domiciliaria con un enfoque comunitario, en línea con la estrategia de Jubilares, que propugna una atención especializada pero “sin bata” e integrada en la vida cotidiana.
La tecnología, aliada indispensable de un cohousing
En Abante tienen claro que el uso de herramientas tecnológicas (correo electrónico, redes sociales, videoconferencias, etc.) es fundamental para acceder a la información y participar en la creación del grupo. Consideran que estar abierto a su uso y hacer el esfuerzo de ponerse al día es un requisito indispensable.
El confinamiento de los últimos meses ha reforzado esta idea. En cierto sentido, admiten que la situación les “ha favorecido” porque las videoconferencias han servido para cohesionar al colectivo. “El acercamiento del Consejo Rector a los otros socios ha sido fabuloso. Incluso hemos hecho una asamblea virtual certificada por una empresa y vamos a hacer otra”, señala Fernando.
Maribel también destaca que las reuniones virtuales –además de ayudarles a manejar distintas herramientas– han facilitado la comunicación. “Hemos ganado. Hemos mantenido contactos frecuentes con socias que viven en Málaga y Cádiz. Y tenemos personas esperando el momento de poder incorporarse a la cooperativa”.
Su agenda de reuniones lo confirma: reunión del Consejo Rector y de la Comisión de Economía por la tarde y, al día siguiente, “videocervecita”. La única pega, según Concha, ha sido la falta de contacto físico. “Yo que vivo sola lo noto. Me noto un poco ermitaña y no me gusta”, admite.
Un camino con muchas satisfacciones y algún que otro bache
La conversación con los miembros de Abante está salpicada de alusiones a los problemas que han vivido y que, como en todas las iniciativas de este tipo, se resuelven con mucho diálogo y, también, con la salida y entrada de personas hasta que el grupo se consolida. Las cicatrices que afloran en la conversación son quizá la cara menos amable –pero también realista– de este tipo de procesos. La experiencia dice que en el cohousing como en la literatura, el conflicto es necesario para tejer buenas historias y llegar al final feliz.
Buena parte del trabajo de los talleres va dirigido a prevenir los conflictos, pero es evidente que cuando se está planificando nada menos que una comunidad para vivir, es lógico y hasta inevitable que surjan diferencias personales y también comportamientos individuales abiertamente enfrentados al interés común o que no se comunican ni en la forma ni por los cauces adecuados. El jubilar Abante no es una excepción, de hecho en estos momentos está gestionando la salida de varias personas. Sin entrar en las interioridades del colectivo sevillano, sus miembros coinciden en criticar el comportamiento de quienes no manifiestan abiertamente sus diferencias y optan por crear divisiones internas. “Ni una de las bajas ha consultado al Consejo Rector para pedir aclaraciones. Querían posponer para hacer un proyecto diferente”. Con todo, son optimistas: “hemos ganado en la comunidad”, sostiene Fernando. Maribel está de acuerdo: “Incluso ahora, con los problemas que hemos tenido, me quedo con esta amistad profunda”.
Concha resume así lo aprendido de los problemas que ha vivido Abante, y que tiene relación con la doble naturaleza de este tipo de proyectos. “Un cohousing tiene dos vertientes: comunidad y forma legal. Una cooperativa tiene normas y leyes a las que atenerse. Hay que tener claro en qué ámbito te estás moviendo. Si me preguntas desde la comunidad, te respondo desde la comunidad. Si me amenazas con una impugnación te contesto con la ley. Legalidad muy clara y muchas reuniones en las que se hable mucho, se pregunte todo lo que se tenga que preguntar y que los problemas salgan a la luz”.
Webinar: introducción a la sociocracia
El webinar, organizado por la Asociación Jubilares, tuvo lugar el jueves 18 de junio a las 12.00 en la plataforma Zoom. Pedro Martín de Hijas, miembro de Sociocracy for All y uno de los mejores expertos en sociocracia de España, compartió los principios básicos de esta metodología de gobierno y de toma de decisiones (ver presentación).
Puedes ver el webinar «Introducción a la sociocracia» en nuestro canal de Youtube.
La sociocracia proporciona herramientas para ayudar a todo tipo de organizaciones a autogestionarse. Por ello, la Asociación Jubilares consideró oportuno organizar un webinar monográfico para ofrecer instrumentos de mejora de la gobernanza a las cooperativas de jubilares que están en marcha en toda España y al mundo asociativo en general.
La parte final de la sesión estuvo dedicada a las preguntas de los participantes, que se interesaron especialmente por los requisitos personales y grupales para poder implantar la sociocracia y cómo esta puede ayudar a alcanzar consensos y gestionar conflictos, entre otros temas.
También despertó curiosidad un caso de éxito citado por Pedro Martín de Hijas: Buurtzorg («cuidado del vecindario» en neerlandés). Se trata de una organización de enfermería de barrio fundada en 2006 por Jos de Blok. Este enfermero decidió poner en marcha esta entidad como respuesta al modelo empresarial basado en la lógica de la economía de escala y centrado en los resultados económicos, que había tenido como consecuencia la degradación del trabajo de cuidados tanto para pacientes como para profesionales. En apenas siete años pasó de 10 a 7000 trabajadoras/es con resultados excelentes en cuanto a la calidad del servicio prestado.
El caso Buurtzorg cobró relevancia cuando el superventas Reinventar las organizaciones, de Frederic Laloux, lo mencionó como una experiencia innovadora en la construcción de organizaciones autogestionadas, más conscientes de su impacto social, tanto para sus plantillas como para la sociedad a la que prestan servicios.
Tal y como describe Laloux, desde el siglo XIX en Holanda el sistema sanitario contaba con una pieza fundamental: el enfermero de barrio, que trabajada codo a codo con la doctora de atención primaria y el hospital. En los años 90 este modelo comenzó a transformarse para ahorrar costes; esto supuso la concentración de las organizaciones que trabajaban en el ámbito de la enfermería y la progresiva desvinculación de los profesionales con sus pacientes; en nombre de la eficiencia se despersonalizaron los cuidados y con ello llegó el descontento de los profesionales de la enfermería y de sus pacientes: se recortaron los tiempos de atención, los cuidados recaían en personas desconocidas por la gran rotación de personal, se abrieron centrales de llamadas y se multiplicó la estructura de personal directivo. Aunque todo ello seguía la ortodoxia económica, muy pronto se vio que era incompatible con unos cuidados de calidad.
Frederic Laloux explica cómo se organiza esta entidad holandesa pionera en entender el fracaso del taylorismo impuesto al sector de los cuidados. Y, lo más importante, en crear una alternativa. «En Buurtzorg los enfermeros se organizan en grupos de 10 a 12 personas, que atienden a unos 50 pacientes en total dentro de barrios pequeños. El equipo se encarga de todas las tareas que antes estaban fragmentadas en múltiples departamentos y se ocupan no solo de proporcionar cuidados, sino también de decidir cuántos y a qué pacientes atienden, se ocupan de los trámites de admisión, planificación de horarios de trabajo y vacaciones y de las tareas administrativas. También dónde alquilan una oficina y cómo la decoran. Establecen el mejor modo de coordinarse con la comunidad local, con doctoras, farmacias y los hospitales locales».
“No todo el mundo sabe vivir en la libertad y en la responsabilidad”

Pedro Martín de Hijas es experto en diseño de organizaciones y socio-director de la consultora Qáurea. Tras una licenciatura (Ciencias Físicas) que no duda en calificar de “error” y una larga carrera profesional ligada a las nuevas tecnologías, hace seis años decidió parar para hacer inventario y descubrió que el verdadero hilo conductor de su trabajo era el desarrollo de las personas y los equipos. “Me hice la siguiente pregunta: ¿En qué medida las organizaciones deben ser como las conocemos? ¿Puede haber otra manera de funcionar?”. En su búsqueda de respuestas ha adoptado enfoques tan diversos como el Programa de Desarrollo Directivo del IESE-Universidad de Navarra o la certificación como coach de la Asociación Española de Coaching. Pero fue en un libro, el bestseller de Frederic Laloux Reinventing organizations, donde halló la pista que le llevó a la sociocracia. Desde aquel feliz encuentro, se ha convertido en uno de los mayores expertos de nuestro país. Es miembro de Sociocracy for All (SoFA) y de su capítulo hispanohablante Sociocracia Práctica (SoPRA). El próximo 18 de junio impartirá un curso sobre sociocracia organizado por la Asociación Jubilares.
¿Cómo definirías la sociocracia?
Hay tres definiciones que me gustan mucho. Una es la de Gilles Charest, que la define como una escuela de libertad y responsabilidad. Para Juan Jiménez Rocabert es la gobernanza para el bien común. Según Gerard Endenburg, la expresión que mejor caracteriza lo que es la sociocracia es que la toma de decisiones condiciona el comportamiento de una organización. Estas tres definiciones permiten hacerse una idea bastante aproximada.
Dada tu experiencia en la aplicación de la sociocracia, ¿te atreverías a decir qué no es la sociocracia?
La sociocracia no es fácil y por tanto es una buena aproximación decir aquello que no es. No es un ejercicio de poder tradicional, vertical. Y si lo disfrazas acaba siendo tan dañino como la estructura vertical de poder. No es un modelo de pensamiento lineal, sino sistémico, tienes que contemplar muchas perspectivas.
¿Qué novedades introduce la sociocracia respecto a otras metodologías?
Una de las claves es la toma de decisiones por consentimiento, basada en la inteligencia colaborativa, que implica el reconocimiento entre pares: todo el mundo tiene el mismo valor a la hora de aportar y desarrollar una propuesta o idea. Otra clave es que articula una forma de organización humana muy parecida a los organismos vivos, orgánica, con muchas posibilidades de crecimiento. Un tercer aspecto es el cuidado de las personas, en el sentido de que hace aflorar y por tanto nos hace prestar atención a las realidades del ser humano: los egos, el poder… Creo que al término de una reunión, todos nos damos cuenta de en qué momento nos hemos salido del tiesto: cuándo se ha desbocado el salvaje que llevamos dentro: el que impone, el autoritario, el que siempre quiere tener razón. La sociocracia te ayuda a tomar conciencia de ello, a nivel individual y colectivo. Desde lo colectivo el individuo puede aprender mucho, y además de una manera amable.
¿Qué crees que aporta a los grupos en los que se aplica?
Una de las ventajas de la sociocracia es que se puede aplicar en distintas dosis: a una organización completa, que tiene interés en introducirse en este enfoque sistémico sobre cómo autogestionarse, pero también se puede utilizar alguno de sus procedimientos en una reunión, sin necesidad de explicar los fundamentos teóricos de la sociocracia: facilitación, rondas diferenciadas, diálogo ordenado… De esta forma estás organizando de una manera eficiente, transparente y equitativa: estos son los tres principios de la sociocracia: equidad porque facilita dar voz a todo el mundo, ordenar la conversación y que todas las voces sean consideradas a través de las rondas y una buena facilitación; transparencia porque todo se dice en una reunión, todo se documenta, todo está al alcance de todos y, aunque esto es complicado también hace posible que todo el mundo trabaje sobre bases de información comunes. Y por último eficacia, porque una vez que se interiorizan este tipo de herramientas que al principio pueden parecer algo farragosas, rígidas, todo el mundo admite que gana en eficacia, claridad y respeto mutuo. Tras una reunión sociocrática se sale con más energía de la que se entra, justo lo contrario de lo que experimentamos habitualmente en la gran mayoría de reuniones. Esto no significa que todas las reuniones sociocráticas funcionen bien, pero cuando no funcionan bien, es un toque de atención que debe alertarnos de que algo no se está haciendo correctamente.
¿Funciona mejor en un tipo de organizaciones que en otras: empresas, ONGs…?
Funciona en las organizaciones que tienen el nivel de conciencia necesario para querer que funcione. Lo importante es que se llegue a la sociocracia desde la sinceridad, no como una pose como la que hemos vivido a veces en el mundo Agile, donde te das cuenta a veces de que hay un barnizado cosmético pero por debajo sigue existiendo lo mismo. No es sencillo que toda una organización quiera trabajar en esto. En muchas ocasiones lo que sí me encuentro es gente que está cognitivamente dispuesta, pero te das cuenta de que aún no está preparada a un nivel más esencial, más espiritual. Para que funcione, la sociocracia exige el trabajo y el desarrollo de cada una de las personas, que deben ser conscientes de que necesitan ese nivel de desarrollo; en muchos casos ocurre que se adoptan ciertas pautas externas pero los principios no permean realmente en las personas y sus interrelaciones. No es fácil.
¿Es necesario trabajar paralelamente otras habilidades personales o grupales para aplicar la sociocracia?
Absolutamente. Tanto a nivel individual como grupal. La sociocracia no resuelve todo, requiere de otras disciplinas y visibiliza esa necesidad. La sociocracia tiene algunas herramientas propias, las rondas de entrada y salida, los ejercicios de evaluación de roles y de propuestas… Hay una voluntad muy clara de revisar lo que se está haciendo, evaluarlo y entrar en un ciclo de mejora constante. Pero tiene que estar complementada con la vocación de cada persona de dominar su ego y asumir que todos tienen que ceder poder. Al hilo de la definición de Charest, yo diría que en una organización no todo el mundo sabe vivir en la libertad y en la responsabilidad. Teóricamente, las capas más poderosas de una organización clásica, piramidal, viven en la responsabilidad pero disfrutan del poder; esas capas deben ceder mucho poder, esa es la primera dificultad. Las capas de abajo muchas veces sufren el poder pero asumen poca responsabilidad. Lo asambleario puede parecer muy bonito, pero luego te das cuenta de que ya no es tan bonito trabajar todos en la misma dirección, como adultos, no porque me obligan sino en el ejercicio de mi responsabilidad personal. Sé por experiencia que estos dos conceptos que cognitivamente son fáciles de entender, en la práctica no son nada sencillos.
Imagino que muchas personas pueden ver en la sociocracia una superestructura incluso molesta: ¿roles, rondas, etc.? ¿Qué le dirías a quienes puedan pensar que la introducción de una metodología añade ruido y trabajo a la construcción de un equipo y a la operatividad del mismo?
Es cierto que la sociocracia tiene una cierta estructura, unas ciertas normas. Me gusta hacer una analogía con juegos que algún nivel de complejidad, por ejemplo, el baloncesto o el fútbol; sus normas ocupan varias páginas, en cambio un chaval coge un balón y sabe dirigirse a la portería, luego aprenderá qué es una falta y mucho después puede que hasta aprenda lo que es un fuera de juego. En este ejemplo, ayuda mucho que aprendan viendo un montón de partidos, disfrutan de una formación inconsciente. Con ello quiero decir que toda disciplina necesita práctica y que, dado que todavía no se televisan partidos de sociocracia, hace falta formación. Si no tienes una mínima estructura, es difícil, pero la estructura es bastante sencilla. La clave es práctica, práctica y práctica, obviamente con un cierto nivel de humildad para reconocer los errores. Como en cualquier disciplina, cuanto más trabajas más sensación tienes de que te falta mucho por aprender, pero en sociocracia no se tarda mucho en ver el retorno, los beneficios.
En España todavía no hay tradición de invertir en herramientas de construcción de equipos, comunidades. Se deja un poco al sentido común. ¿Estás de acuerdo en esta apreciación?
El carácter latino, individualista, influye, como también influye la cultura de la improvisación. Cuando quieres establecer un estándar de eficiencia, respeto a los demás, precisión, hace falta preparación. La capacidad de improvisación por sí sola lleva a la desorganización. La improvisación te tiene que pillar con todo planificado y ordenado. A partir de ahí, improvisas genial. La sociocracia tiene que ver con esto: tienes que planificar y tener conciencia de que quieres trabajar en grupo, buscar la equivalencia de todos, escuchar.
¿En qué medida las organizaciones no ven la necesidad de invertir en esto? Yo diría que hay un problema inicial más grave, una cierta confusión: todavía vivimos en una sociedad en la que a nivel organizacional tanto político como socioeconómico, frente a la complejidad y al caos de cada día, fundamentalmente seguimos actuando con un pensamiento lineal: “esto lo arreglo yo” o “esto se soluciona en dos tardes”. En sociocracia el pensamiento es sistémico, requiere escucharse unos a otros y trabajar desde una perspectiva múltiple. Siguiendo ese pensamiento lineal, las organizaciones quieren soluciones rápidas: “suena bien esto del autogobierno, póngalo en marcha con esa gente de abajo, que nosotros aquí tenemos que seguir dirigiendo”. Dirigiendo, por supuesto, con una mentalidad jerárquica e impositiva. Esto denota una falta de conciencia brutal, común a todas las personas pero más grave en el caso de quienes detentan mayor poder y tienen, por tanto, más responsabilidad.
¿Qué crees que puede aportar la sociocracia a la construcción de comunidades de cohousing sénior?
Creo que lo fundamental son los tres principios de la sociocracia: equidad, transparencia y eficacia. Los proyectos de cohousing no son nada sencillos, impactan muchísimo en las personas, tanto las que ya se conocían de antes como las que están empezando a conocerse. El tema, la convivencia, es sustancial y necesita tiempo y maduración. La sociocracia es un mecanismo de vertebración y canalización de la interrelación entre los seres humanos que es buena para familias, un club de amigos, para organizar un viaje… Trabaja con la inteligencia colaborativa, los pasos están bien estructurados y son visibles: el proceso es muy bonito e incluye etapas de divergencia y de convergencia. Finalmente, con un poco de entrenamiento los procesos acaban siendo muy eficientes. Cualquier grupo con voluntad de hacerlo lo consigue.
“La sociocracia y el Toyota Way”
Parafraseando un lema de la empresa japonesa de automoción, famosa por sus procesos de mejora continua y respeto a las personas, Pedro Martín de Hijas recuerda una anécdota que ilustra bien que no todas las personas están realmente preparadas para la sociocracia. “Hace unos tres meses, en un grupo de gente de muy distintas generaciones, del mundo de la política y la gran empresa, vinculados –sobre todo los de mediana edad y sénior– a posiciones de poder, durante una sesión con rondas de aclaraciones, reacciones, etc., hubo una persona que no pudo aguantarlo y exigió tomar la palabra. De hecho, la había pedido en múltiples ocasiones y no se le había dado porque no le correspondía, pero hacia el final exigió hablar aunque no fuera su turno y muy enfadado dijo a las dos personas facilitadoras: “Es que vosotros tenéis mucho poder”. Quienes estábamos facilitando le contestamos: “No, el que tiene poder es el proceso, nosotros somos guardianes del proceso”. El hombre en cuestión estaba muy enfadado porque por primera vez muchos años, el grupo le había callado. Para mí es muy significativo: la fuerza del grupo calló a una persona acostumbrada a no callarse jamás. Me gusta cómo lo expresa la empresa Toyota, que a nivel interno trabaja bien los procesos de mejora continua y el respeto a las personas: el Toyota Way es para todos, pero no todos están para el Toyota Way. Lo mismo sucede con la sociocracia”.
«Y llovieron pájaros»
Nuestra compañera Edurne Martín Lecuona, miembro del Jubilar Villa Rosita y de la Comisión Gestora de la Asociación, comparte una recomendación cinematográfica: «Y llovieron pájaros», una cinta basada en la novela homónima de Jocelyne Saucier. La película es una buena excusa para disfrutar de un par de horas frente a la pantalla y un relato muy sugerente para orientar algunas de las conversaciones de nuestros jubilares.

En febrero, antes de que apareciera el coronavirus, tuve la suerte de asistir a una sesión de cine internacional. Presentaban una película canadiense dirigida por una mujer (Louise Archambault ) basada en una novela de una autora también canadiense: “Y llovieron pájaros”. Cuando salimos del cine comentamos, entre el pequeño grupo de asistentes, lo mucho que esta peli podría aportar para la reflexión sobre cómo afrontar los últimos años de la vida.
Soy socia de una cooperativa, Jubilar Villa Rosita, llevamos varios años trabajando en la construcción de esta nueva forma de vida. Por eso hoy me atrevo a recomendárosla, porque pensé que es buena para un fórum.
En medio de unos paisajes bonitos de bosques y lagos nos presentan a un grupo de personas mayores, que por diversas razones quieren seguir viviendo con libertad y con dignidad su vida. Son personas peculiares, cada uno con su historia personal y unidos por un sueño común, la vinculación con la tierra, las relaciones de amistad y de amor, la libertad para vivir y para decidir sobre el final de su vida.
Aunque el ambiente está alejado de nuestra realidad social, los personajes y el planteamiento de la película nos llevan a darnos cuenta de lo importante que es conocer y comprender las necesidades de todas las personas.