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«Arrugas» y el cambio de paradigma

Actualización (dic.2017) : este domingo volvemos a conmovernos con «Arrugas«, la película escrita por Paco Roca y dirigida por Ignacio Ferreras. El programa Versión Española, de La2, entrevista tras su proyección a Teresa Martínez, psicóloga experta en Atención Centrada en la Persona y Cristina Maragall, patrona de la Fundación Pasqual Maragall. Más información sobre el largometraje aquí:

Teresa Martínez, Cayetana Guillén y Cristina Maragall comentan sobre Arrugas, de Paco Roca

Teresa Martínez, Cayetana Guillén y Cristina Maragall

Hace ya cuatro años que este mismo programa ofreció la película, y entonces compartimos estas reflexiones acerca del cambio de modelo en residencias, que cada vez es más extendido. Recordamos: 

Arrugas comida con los amigos de la residencia

Versión española – Arrugas
Película completa, disponible la visión online gratuita hasta el 12 de febrero de 2013

La película habla de soledad y de amistad, y de esa confusión entre el sueño y la realidad que conlleva el Alzheimer… Pero ¿qué es la realidad, cuando vemos a través de los ojos de su protagonista? A nuestro juicio el gran acierto de la película es la narración desde el punto de vista subjetivo de la persona. Nos sentimos con él (también con el resto de personajes): solos, confundidos, inseguros, a ratos alegres y en otras ocasiones pletóricos de vida.

Muchas de estas emociones vienen determinadas por la relación de la persona con el ambiente que la rodea. La gran puerta opaca que aísla, los fríos pasillos, los sillones individuales dispuestos en línea, el banco que mira hacia la valla… son los elementos que construyen en un entorno físico ajeno a la vida de los moradores.

Arrugas_final_Miguel_Emilio_en_banco

La residencia de «Arrugas» muestra espacios sin vida diseñados para el «cliente». Según el coprotagonista Miguel: «tus hijos, el gobierno, ellos son sus clientes».

A las personas que habitaban un lugar como el de la película se les había arrebatado el timón con el que dirigir su vida. Una supuesta  «ayuda» con la maleta, la rápida retirada de los cubiertos al terminar de comer, la toma de las pastillas sin derecho al conocimiento sobre tu propia salud, el incomprensible rato de gimnasia que solo genera más confusión… En la administración de esa residencia está «prohibida la entrada a viejos», no se puede acceder a un teléfono, ni cambiar el canal de la tv, y el «corazón palpitante de la residencia» es un silencioso espacio de personas dormitando en sillones que no miran a ningún sitio.

Y en este ambiente, ¿yo qué hago aquí? Miguel lo expresa con crudeza: «aquí solo hay comer, dormir y cagar». La institucionalización incapacita y la vida se pierde en ese gueto que segrega personas de otras personas. Ambas se pierden mutuamente.

Hoy el nuevo paradigma en los modelos residenciales pensados para personas mayores  se enfrentan radicalmente a este modelo. El jubilar (o senior cohousing) solo es una alternativa, pero hay muchas otras que han asumido los nuevos planteamientos. Hoy solo el ambiente hogar puede ser el modelo para la construcción de un entorno que a la persona que lo vive le pertenezca. Hoy solo sistemas de atención centrada en la persona son los modelos de asistencia que anteponen las múltiples capacidades de las personas asistidas sobre las escasas cosas que no pueden hacer. La dependencia (que siempre es parcial) se ha de redefinir valorando la independencia o autonomía en todos aquellos aspectos de nuestra (sí, nuestra) vida en los que aún es posible.

En el coloquio que prosiguió a la emisión de la película en La2 se comenta un suceso extraordinario, similar al que escuchamos hace poco referido a un caso en España: cuando Ignacio Ferreras visita en Japón un nuevo centro para enfermos de Alzheimer, un pequeño centro familiar donde se ha creado un ambiente donde la gente vive contenta… uno de sus usuarios comenta «En la otra residencia yo no hablaba, no hacía nada, solo sentado en una silla…» El paso de una residencia con modelo antiguo al nuevo paradigma le había devuelto la vida.

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Ecos del cambio con Jubilares

A través de Ecocentro TV se ha emitido una entrevista a Miguel Ángel Mira, presidente de la asociación Jubilares, donde en tan solo 6 minutos podéis encontrar un breve resumen del modelo jubilar, el senior cohousing, qué labores realiza nuestra asociación, qué valores la inspiran:

Como comenta Miguel Ángel, la iniciativa de los propios usuarios y la autogestión de las comunidades es la que garantiza la autonomía, derecho subjetivo de ciudadanía desde la última Ley de dependencia, en cualquier momento de la vida. Y es que, a diferencia de las experiencias en otros países, un jubilar es un «senior cohousing» que puede comprenderse como equipamiento de bienestar social por el hecho de dar consideración al tema asistencial; un jubilar es vivienda para toda la vida. Como también se explica aquí, el protagonismo de las personas mayores se extiende a nuestra propia organización como asociación.

Tratamos de pequeñas iniciativas transformadoras de la realidad a escala más amplia. Son, en ese sentido, «ecos» de un cambio global. Las comunidades que proponemos son, como explica Miguel Ángel, «sitios inspiradores de valores como la colaboración, la autoayuda mutua, la solidaridad, los principios que tiene una cooperativa. (…) Son máquinas de transformar la sociedad».

En este espacio audiovisual, «Ecos del cambio», se presentan propuestas quea nivel cultural, político, económico y social pretenden dar respuestas a problemas de nuestro mundo actual: nuevas formas de consenso, de democracia o de comunicación, la economía solidaria, la banca ética, la vida sana, la tecnología limpia, nuevas formas de emprender, de producir, de relacionarse en sociedad, de hacer justicia, de tratar a la naturaleza y al prójimo, de crecer, de recuperar el contacto con lo más verdaderamente humano.

¿Aprender a respirar sin aire?

The Pale King, David Foster Wallace

«Un tipo con claustrofobia se va poniendo más y más grave hasta que tiene tanta claustrofobia que se pone a chillar y a montar un escándalo, así que lo agarran y lo llevan a un manicomio, y en el manicomio le ponen una camisa de fuerza y lo aíslan en un un cuartucho diminuto con un desagüe en el suelo, un cuarto del tamaño de un armario que salta a la vista que tiene que ser lo peor del mundo para un claustrofóbico, pero ellos le explican a través de una rendija de la puerta que son las reglas y procedimientos, que cada vez que alguien grita lo tienen que aislar. Y entonces sí que el tipo está jodido, está claro que va a pasar la vida ahí dentro porque mientras grite y se intente noquear a sí mismo contra las paredes lo van a dejar en ese cuartucho diminuto, y mientras esté en el cuartucho va a gritar, porque el problema es precisamente que es claustrofóbico. El tipo es el ejemplo viviente de que hay casos en que las reglas y procedimientos tienen que dejar cierto margen de maniobra, porque si no, de vez en cuando se va a producir alguna cagada ridícula y alguien va a vivir un auténtico infierno.

Aprendí que el mundo de los hombres tal como existe hoy en día es una burocracia. Se trata de una verdad obvia, por supuesto, aunque también es una verdad que causa enorme sufrimiento a quienes no la conocen.

Pero lo que es mas importante, descubrí  – de la única manera en que un hombre aprende  realmente las cosas importantes – el verdadero talento que se requiere para triunfar en una burocracia. Me refiero a triunfar de verdad: a que te vaya bien, a marcar la diferencia, a servir. Descubrí la clave. La clave no es la eficiencia, ni la probidad, ni la reflexión ni la sabiduría. No es la astucia política, el don de gentes, el cociente intelectual puro y duro, la lealtad, la amplitud de miras ni ninguna de esas cualidades que el mundo burocrático llama virtudes y que buscan en sus tests. La clave es cierta capacidad que subyace a todas esas cualidades, más o menos  igual que la capacidad de respirar o de bombear aire subyace a todos los pensamientos y acciones.

La clave burocrática subyacente es la capacidad para soportar el aburrimiento. Para operar con eficiencia en un entorno que descarta todo lo que es vital y humano. Para respirar, por así decirlo, sin aire.

La clave es la capacidad, ya sea innata o condicionada, para encontrar el otro lado del trabajo de a pie, de lo nimio, de lo que no tiene sentido, de lo repetitivo  de lo absurdamente complejo. Para ser, en pocas palabras, inmune al aburrimiento.»

De David Foster Wallace en “El rey pálido” (citado en el blog El Traje del Emperador)

¿Por qué soportar el aburrimiento, lo nimio, lo que no tiene sentido, lo repetitivo y absurdamente complejo? ¿Por qué conformarse con un entorno que nos ahoga? Encontramos entornos que descartan «todo lo que es vital y humano» en instituciones geriátricas, en las políticas, en la comunidad de vecinos, en la comunidad educativa… La imagen que describe Foster Wallace es aplicable a los múltiples entornos en los que vivimos. Nos toca adaptarnos o transformar. La primera opción es individual, la segunda exige un esfuerzo colectivo.

¿Aprender a respirar sin aire?

Creemos con verdadera convicción que será mejor abrir las ventanas.