Etiquetado: suburbio
Ciudades «trampa», ese objeto de deseo

@acafeole
LAS CIUDADES Y EL DESEO. 5
Hacia allí, después de seis días y seis noches, el hombre llega a Zobeida, ciudad blanca, bien expuesta a la luna, con calles que giran sobre sí mismas como un ovillo. Esto se cuenta de su fundación: hombres de naciones diversas tuvieron un sueño igual, vieron una mujer que corría de noche por una ciudad desconocida, la vieron de espaldas, con el pelo largo, y estaba desnuda. Soñaron que la seguían. A fuerza de vueltas todos la perdieron. Después del sueño buscaron aquella ciudad; no la encontraron pero se encontraron ellos; decidieron construir una ciudad como en el sueño. En la disposición de las calles cada uno rehizo el recorrido de su persecución; en el punto donde había perdido las huellas de la fugitiva, cada uno ordenó de otra manera que en el sueño los espacios y los muros, de modo que no pudiera escapársele más. Esta fue la ciudad de Zobeida donde se establecieron esperando que una noche se repitiese aquella escena. Ninguno de ellos, ni en el sueño ni en la vigilia, vio nunca más a la mujer. Las calles de la ciudad eran aquellas por las que iban al trabajo todos los días, sin ninguna relación ya con la persecución soñada. Que por lo demás estaba olvidada hacia tiempo. Nuevos hombres llegaron de otros países, que habían tenido un sueño como el de ellos, y en la ciudad de Zobeida reconocían algo de las calles del sueño, y cambiaban de lugar galerías y escaleras para que se parecieran más al camino de la mujer perseguida y para que en el punto donde había desaparecido no le quedara modo de escapar. Los que habían llegado primero no entendían qué era lo que atraía a esa gente a Zobeida, a esa fea ciudad, a esa trampa.
(Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles)
Leemos entre líneas el terrible el sueño de esos urbanistas, «hombres de naciones diversas», que a menudo terminan por construir trampas para todos, solo por intentar recrear su propio recuerdo.
Bien mirado, podría referirse el texto a ese funesto deseo de aislamiento en adosado con escalera y jardin de 10m², o a esas barriadas de vacías «calles que giran sobre sí mismas» (¿las miles de esa web genial, Nación Rotonda?). Quizá el relato habla de quienes de una u otra forma soñaron que sus deseos se harían realidad tan solo construyendo muros, como si de un asunto «inmobiliario» se tratara la vida. Asunto que así enfocado se convierte en «trampa».

¿Cuál es el objeto de deseo de este lugar? ¿Podemos realmente aquí envejecer?
Tantas personas disfrutamos de iguales deliciosos sueños… Si llegamos a encontrarnos, ¿seremos capaces de compartir esos recuerdos y construir, juntas, comunidad donde ser verdaderamente libres?
Ejemplo Internacional (XII): «Retrofit Cohousing». Partir de lo existente
El concepto del «retrofit cohousing» es tan sencillo como este: un grupo de viviendas ya existente se organiza para derribar cercas, compartir los espacios intersticiales para crear una nueva «comunidad intencional» (cohousing). Quizá requiera construir algún edificio nuevo, o tan solo rehabilitar lo existente (una nave industrial, una granja o, como veremos a continuación, una manzana de un suburbio residencial). La formulación es sencilla, pero comprendemos que no tanto su implementación: implica el acuerdo previo entre propietarios. ¿Es eso posible?
Pues bien, cinco familias de Oakland (California) sí se pusieron de acuerdo en 1999, para crear la comunidad de Temescal Creek, donde hoy viven ya 30 personas en 11 unidades familiares.
Bastaron las cinco viviendas para hacer germinar una pequeña comunidad que, tras construir una casa común (cocina, comedor, baño, lavandería) incorporó otras cuatro construcciones.
Se organizan en dos comisiones, aunque la mayoría de las decisiones se toman por todo el grupo (con un mínimo del 80% de los votos). Hay dos alquilados. En su dinámica habitual, tienen encuentros todos los meses y cenas juntos dos veces por semana.
Entre sus espacios comunes cuentan con pista de baloncesto, espacio para cría de gallinas y conejos, o columpios para los 6 niños.
No es el único caso. En la misma ciudad, Mariposa Grove Cohousing está formado por 6 viviendas, una casa común y otra que se alquila para vivienda, oficina y zona común. Como equipo humano, se gobierna mediante fórmulas de consenso (salvo un voto) y al tiempo forma parte de una asociación más amplia (gobernada con mayorías de 2/3). Creen en la permacultura como una forma de vida sostenible y así han diseñado su pequeño huerto y granja de gallinas, reciclan las aguas grises y fabrican el compost para sus plantas.
Se autodefine como una comunidad intencional, un «asentamiento urbano que apoya la sostenibilidad, el activismo en justicia social, la creatividad y las artes». Han creado, según sus propias palabras, un «espacio físico y social donde compartimos recuros y responsabilidades, crecemos juntos y servimos de soporte mutuo para lograr nuestros sueños personales al tiempo que proveemos de un modelo para la comunidad más amplia de la que formamos parte».
Sus palabras son un buen resumen de los principios por los que trabajamos en la asociación Jubilares. Garantizar la intimidad en el espacio privado, integrado en una comunidad dentro de una comunidad más amplia es clave para el desarrollo infantil, la vida adulta y un verdadero envejecimiento activo.
El llamado «retrofit cohousing» es una excelente forma de rehabilitar espacios suburbiales diseñados, como se ha hecho en las últimas décadas en nuestro país, con objetivos casi exclusivamente especulativos. En el libro coordinado por Zaida Muxí «Postsuburbia» se proponían soluciones descritas muy gráficamente:

Promoción de vivienda cooperativa y cohousing. Ilustración de Hernan Lleida Ruiz para «Postsuburbia» (2013, Ed. Comanegra)
¿Es posible poner de acuerdo a propietarios de vivienda para compartir sus propios espacios interticiales? ¿Se puede adquirir entre varias familias un conjunto residencial ya existente? Nosotros creemos que sí, sabemos que es posible porque otros lo han hecho, y porque conocemos y queremos compartir esas herramientas necesarias, de gestión y diseño participativo, para lograr ese sueño (el de cada persona, no impuesto desde fuera), viviendo incluida en una comunidad.
POSTSUBURBIA: o cómo mejorar nuestros suburbios residenciales
«Estos territorios han sido planeados sin tener en cuenta la complejidad de la vida cotidiana, por lo que surgen serias dificultades para realizar las tareas de cada día. No se trata solamente de un modelo insostenible en términos medioambientales y energéticos sino también para las personas, en sus tiempos y el derecho a desarrollar sus propias vidas».
Con estos términos tan duros se expresan los autores de un fabuloso librito, «POSTSUBURBIA«, que pretende analizar y proponer mejoras sobre un cierto tipo de ciudad, ese que puebla nuestros extrarradios, que ellos llaman «urbanizaciones residenciales monofuncionales de baja densidad», o dicho en términos que todos comprendamos, las urbanizaciones de viviendas unifamiliares que no albergan ningún otro uso.
Este modelo urbano es una desfiguración de las «ciudades jardín» del XIX: ¡Qué gran diferencia entre aquella primera ciudad jardín de Lechtworth, en forma de cooperativa conformada por 32 apartamentos sin cocina, y nuestras hileras de adosados entre calles desiertas! Copiamos características formales (vivienda unifamiliar repetida) y olvidamos lo esencial: «urbe entendida como espacio de política y de la sociedad, habitada por personas distintas…»
En los primeros capítulos del libro se recuerda cómo el modelo de suburbio norteamericano fue adoptado para las familias de clase media como respuesta a un crecimiento muy rápido de las ciudades, y respondía además un determinado modo de vida en el que la mujer desempeña un papel fundamental (o casi exclusivo) dentro del hogar: la «feliz ama de casa», la «mamá-taxi» que «debe realizar el transporte familiar en detrimento de su propio tiempo y trabajo».
La crítica a este modelo comenzó hace ya medio siglo. Sin embargo hemos seguido adoptando, «como negocio inmobiliario y de consumo» (no como modelo ideal de organización territorial y urbana), estas estructuras suburbiales en muchos casos faltas de vida. Salvo admirables excepciones, hoy suponen, y por ello lo traemos aquí a colación, lugares para la exclusión social, barrios cuya concepción y diseño hacen que las personas mayores (y muchas otras) tengan muy dificil relacionarse. ¿Qué ocurre por ejemplo cuando una persona pierde la capacidad de conducir?… Hoy muchas de esas casas familiares son habitadas por una persona o pareja de personas mayores cuya tarea principal del día es alejarse de su casa para acudir a la más pequeña «vivienda familiar» de los hijos (situada hoy en el centro de la ciudad) para recoger y cuidar a sus nietos… ¡Qué contrasentido!
Los suburbios creados para las personas se convirtieron poco a poco en territorios para los coches, y ahora queremos volver a los orígenes. De nuevo aspiramos a vivir cerca de nuestro trabajo, tener actividades urbanas de cultura, educación, ocio… No queremos desperdiciar nuestro tiempo. Volvemos a comprar el pan a diario en panaderías y no en el hipermercado. ¡Queremos vivir en nuestra casa hasta el final! nos dicen muchas personas a menudo, pero los entornos en los que se asientan esas casas muchas veces nos aislan, no invitan al paseo ni a quedarse a charlar con el vecino en la calle…
La zonificación de la ciudad planteada por la Carta de Atenas de 1942 partía de un planteamiento reduccionista de las necesidades de la sociedad dentro de la ciudad: «habitar, circular, trabajar y recrearse». En los 80, sin embargo, Manfred Max-Neef define nueve necesidades para el desarrollo humano, «las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos»: «la subsistencia, la protección, el afecto, el entendimiento, la participación, el ocio, la creación, la identidad y la libertad». Los autores de Postsuburbia beben de estas fuentes, miran hacia la vida cotidiana y plantean en una segunda parte del libro una metodología para el análisis de estas áreas residenciales, basada por cierto (como no puede ser de otra manera) en la participación social de los propios implicados.
Finalmente el grueso del libro plantea cinco líneas estratégicas con decenas de actuaciones para lograr los siguientes objetivos:
1.- Fortalecer las áreas de proximidad: conectando la urbanización con su entorno, mejorando la red cotidiana, potenciando recorridos útiles y accesibles…
2.- Favorecer la mezcla física y social: aumentando la densidad, permitiendo otros usos más allá del residencial, reactivando la vida urbana…
3.- Garantizar la vida con autonomía: priorizando la movilidad peatonal, adecuando el transporte público y otros medios, mejorando la percepción de seguridad…
4.- Fortalecer el sentido de pertenencia y comunidad: mejorando la calidad del paisaje, fomentando ámbitos de participación y organización comunitaria, identificando y recuperando las características culturales del lugar…
5.- Promover un equilibrio medioambiental y una vida sana: preservando y promoviendo la biodiversidad autóctona, reduciendo el impacto energético y físico generado, promoviendo vida sana…
Volveremos a comentar sobre las actuaciones propuestas, merece la pena profundizar en ellas. Muchas implican a las administraciones, otras a organizaciones sociales, otras pueden partir de los propios vecinos a título individual. El manual establece prioridades y niveles de dificultad. En todo caso existen métodos, herramientas e intereses diversos como para que con voluntad de mejorar la ciudad sean posibles los acuerdos para simplemente hacerlo. No se trata de un compendio de ideas utópicas. Establecer redes de apoyo a personas que viven solas, promover el intercambio de viviendas, crear viviendas dotacionales y promover viviendas cooperativas y cohousing (como los jubilares), compartir espacios entre distintos equipamientos, favorecer la cesión pública de espacio privado, adaptar plantas bajas para actividad comercial, ceder temporalmente suelo para equipamientos o usos comunitarios… son solo alguna de las más de 160 actuaciones que se proponen en el libro. Nuestra asociación participa en el esfuerzo por transformar la realidad física y social con el objetivo de «mejorar la autonomía, la seguridad y la igualdad de oportunidades», y se postula como un agente más que favorezca o posibilite esas actuaciones. Enhorabuena al equipo de Postsuburbia por el trabajo.