Etiquetado: jubilar
Senior cohousing: la «inteligencia colectiva»
Cada vez somos más…
Sábado, 19 de octubre en Torremocha del Jarama. Allí, nuevamente la cooperativa Trabensol abrió generosamente sus puertas y dedicó todo un día a lo que mejor saben hacer: compartir. El «encuentro informativo» que habían organizado no se limitó a una exposición del complejo, su historia, sus sonrisas… (que también lo fue), sino que además quería ser intercambio de experiencias. Allí pudimos convivir con ellos durante unas horas y conocer a muchas otras personas y organizaciones comprometidos con esos «proyectos elegidos por uno mismo», lugares donde vivir de forma autónoma y rodeados por otros: «senior cohousing», como los llaman en otras partes del mundo. «Vivienda colaborativa, o cooperativa». A nosotros nos gusta denominarlos «jubilares» (= hogar del júbilo)…
Los socios de Trabensol narraron su camino, desde su gestación hace 13 años hasta la entrega de llaves, hace unos meses. Partían de un análisis de la realidad que les mostró que «queríamos quedarnos en casa, pero nuestra casa no nos valía»; y al tiempo, «no queríamos que nuestras hijAs tuvieran que cuidarnos». Los principios éticos que sustentaron desde siempre su proyecto fueron la colaboración y la solidaridad, pero son fundamento de la iniciativa también la autogestión y la autonomía («es tu casa», no hay tutelas…), la compañía (frente a la soledad) y la amistad, el envejecimiento activo, la cooperación y el respeto mutuo. El compromiso para el futuro es lograr que exista una continuidad, por ello la figura más adecuada es la cooperativa de cesión de uso. El sábado explicaron las dificultades que encontraron a lo largo del camino y afirmaron la necesidad de asesoramientos especializados, eso sí, para que el experto «haga lo que tú quieres, no lo que él quiera».
A los amigos de Trabensol se sumaron Aurora Moreno de Santa Clara (Málaga), cooperativa «Los Milagros«, en funcionamiento desde hace diez años. Ambas experiencias fueron presentadas con la alegría del que tiene algo precioso que compartir. Las dificultades se salvan siempre con la fuerza del grupo, alentada por la convivencia previa, la unión ante los pequeños o grandes obstáculos que fueron encontrando. Antonio resumía la clave de su éxito, la «inteligencia colectiva« de esta forma: «la cohesión se basa en la confianza y la confianza se consigue con total transparencia y firmeza ética en el procedimiento colegiado».
El encuentro del sábado aglutinó a profesionales, investigadores, organizaciones y grupos interesados. Fue recurrente la llamada a la unión de todos para hacer fuerza ante las adminstraciones (hay que reconocer el cohousing como equipamiento de «bienestar social» al tiempo que se trata de «vivienda»). Entre todos trataremos de buscar el apoyo por parte de la Administración. Como bien recordaba Aurora, «no venimos a pedir, venimos a dar».
Es ilusionante ver cuántos ya se están lanzando a esta aventura. Allí había representantes de cientos de personas implicadas ya hoy directamente en la creación de comunidades como la de Trabensol. Fue bonito volver a coincidir con algunos y también conocer a otras personas de todas partes de España. Algunas ya han creado cooperativa (Housekide, en San Sebastián; Entrepatios, de Madrid; «Betania», de Madrid para vivir en Ávila; «Brisa del Cantábrico» en Cantabria; Egunsentia de Bilbao, otro grupo en Barcelona…). Algunos se encuentran en sus inicios, intentando «convencer a los amigos», o «de momento con tan solo un gran chute de ilusión»… Varios de éstos venían de Madrid y Barcelona, pero también de Alicante, Murcia, Guadalajara, Canarias… Algunos pretenden quedarse en su lugar de origen, otros vivir en lugares que les resultan más apetecibles.
«Queremos que el proyecto», decía Juana, «trascienda nuestras vidas». Muchos creemos que detrás de la iniciativa personal (o «grupal») que solucione una etapa de la vida, existe, como ella misma decía, «un compromiso social». Trabensol así lo entiende, por ello se sale de sus paredes al pueblo, y de Torremocha a toda España. En el reciente reportaje del programa Crónicas, en La2 de TVE abren sus puertas a todos. Comparten reportaje con otro de los modelos de cohousing de reciente creación en nuestro país, Profuturo. Ahí está el enlace donde podéis conocer a estas maravillosas personas:
Pequeñas iniciativas para generar grandes cambios
En el artículo de Álvaro Porro publicado en Alterconsumismo el pasado 14 de octubre se plantea una interesante cuestión: ¿Alimentan las pequeñas iniciativas los grandes procesos de transformación social, o ese papel transformador a gran escala es irrelevante o incluso contraproducente para el objetivo «micro» que persiguen? Porque «quizás uno de los retos del creciente universo de iniciativas colaborativas, cooperativas o comunitarias es ser relevantes más allá de sus microcontextos en la construcción de un tejido social que lidere el cambio».
La pregunta nos interesa porque creemos en la mejora del entorno físico y social de las personas mayores principalmente mediante la creación de iniciativas de pequeña escala, colectivos de moderado número de participantes que, entendiendo que pueden mejorar su entorno logran una oportunidad para su propia vida, y para la de su pequeña comunidad que forman. ¿Se puede ir más lejos? Nosotros pretendemos que sí: nuestra «visión» es llegar a una sociedad inclusiva con las personas mayores, unos barrios, ciudades más solidarios y humanos, donde las personas de cualquier edad y condición encuentren el apoyo mutuo que los hace ser más autónomos y vivir con mayor bienestar. ¿Un pequeño grupo de personas que se construye su hogar puede lograr tamaño objetivo?
La propia consciencia sobre el poder transformador de la iniciativa (por ejemplo, la construcción de un jubilar) llevará a cambios más profundos. Porro afirma que la clave es «tener en cuenta cómo moverse entre escalas«, mirar con «perspectiva para entender las diferencias y las conexiones entre ellas».
El paso en la transformación social de la pequeña comunidad (por ejemplo, un cohousing de personas mayores) al barrio, el pueblo o la ciudad pasa por el diseño de esos mecanismos que posibiliten el intercambio entre las personas dentro y fuera del jubilar. Pero también la relación entre comunidades lejanas geográficamente (por ejemplo, otros jubilares situados más allá, u otras personas y organizaciones comprometidas con la mejora del medio). Por eso creemos importante la «red de jubilares«. Por eso los socios de nuestra asociación serán las propias cooperativas jubilares.
El artículo muestra otro punto más que nos parece importante destacar: los métodos de diseño, creación y participación en este tipo de iniciativas tienen una enorme fuerza transformadora. «Como observan muchas teorías del aprendizaje muchas veces son las prácticas las que cambian los valores y no al revés». Y concluye: «Y es que la transición hacia estilos de vida más sostenibles y la extensión de la economía social y solidaria (y nosotros añadiríamos, la necesidad de una creciente autonomía personal) irremediablemente comportan un cambio cultural pero también cambios en el modelo económico y en las estructuras políticas, legales y sociales, es decir una regeneración democrática.»
En mi casa hasta cualquier nivel de dependencia
Etxean Ondo es un Proyecto Piloto promovido por Gobierno Vasco que pretende aplicar el Modelo de Atención Centrado en la Persona, orientado a «conseguir mejoras en todos los ámbitos de la calidad de vida y el bienestar de la persona, partiendo del respeto pleno a su dignidad y derechos, de sus intereses y preferencias, y contando con su participación». En el vídeo que presentamos, «Estar como en casa«, de la Fundación Matía, podemos ver cómo se revoluciona una residencia de mayores cuando las cuidadoras dejan de usar bata blanca y se dirigen a los mayores para preguntar «¿Y qué os apetece que hagamos?» o «¿Me echas una mano para poner la mesa?».
Los centros residenciales de mayores que han implantado este sistema en España son aún escasos. Pero los resultados de las unidades de convivencia donde «trabajar lo cotidiano como terapéutico» son espectaculares. Si la persona mayor puede hacer la cama, sigue haciendo la cama. Y la comida en la medida que pueda, la plancha… ¿Por qué no elegir el menú, con el consejo (no la imposición) de las cuidadoras… Y es que sabemos que una excesiva asistencia crea más dependencia.
Las dificultades que proyectos como Etxean Ondo han de salvar son enormes. Porque las normas que regulan las residencias de mayores imposibilitan la adaptación a las preferencias del mayor hasta el punto en que lo hace esta experiencia. Porque la resistencia inicial de los propios profesionales es alta… De los resultados que se obtengan en proyectos como este habrán de venir inevitables cambios normativos en la regulación de las residencias de personas mayores.
Para un jubilar, o senior cohusing, donde a diferencia de las residencias, la persona mayor sí vive en su propia casa sin la obligatoria tutela de un director de residencia o comisión gestora, el modelo de atención integral y centrado en la persona es el único válido, porque implanta solo los servicios de atención que se necesitan (no los ratios que marca una ley), porque la responsabilidad y la toma de decisiones sigue siendo de la persona, porque valora las capacidades sobre las discapacidades, porque garantiza la máxima autonomía de la persona, porque si en la residencia de mayores este sistema sirve para «estar como en mi casa», en el jubilar sirve para estar en casa hasta cualquier nivel de dependencia.
Nuevo documento sobre «La Atención Integral y Centrada en la Persona»
Actualmente se habla mucho de la atención centrada en la persona y también de la atención integral como modo de enfocar la intervención y organizar los servicios cuando se atiende a personas que requieren apoyos y cuidados de larga duración. Sin embargo, existe bastante confusionismo conceptual al aludir a estas cuestiones y no siempre la aplicación de estos modelos resulta acorde a su filosofía (salvaguardar la dignidad, los derechos y la autonomía de las personas que precisan apoyos desde los sistemas de atención y desde la intervención profesional).
Se trata del modelo de atención que proponemos para los jubilares, dando un paso más allá en la forma de entender el senior cohousing de otros países.
En la publicación «La Atención Integral y Centrada en la Persona» que acaba de editar la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, se intentan clarificar esos conceptos y se ofrecen orientaciones basadas en evidencia científica, así como ejemplos derivados de la experiencia empírica sobre cómo avanzar en el desarrollo de este modelo de atención.
Porque tener una discapacidad o una situación de dependencia no debe ser un obstáculo para que las personas puedan seguir desarrollando sus propios proyectos de vida y vivir con bienestar y dignidad. Por ello, desde los recursos sociales y sanitarios (ya sea mediante la atención en el domicilio, en el entorno comunitario o en centros residenciales) debe y puede favorecerse que estos enfoques se apliquen de manera efectiva en la práctica cotidiana.
Se trata de una obra que puede resultar de utilidad para Administraciones Públicas, proveedores de servicios, profesionales del sector de la discapacidad y la gerontología, organizaciones y asociaciones, medios de comunicación y sociedad en general.
Se puede descargar íntegramente aquí: La Atención Integral y Centrada en la Persona
Mi (buena) vida a los 50
Buscamos razones, causas y efectos para todo lo que hacemos. Nuestro sentido pragmático nos hace preguntarnos por qué vivir en un senior cohousing (jubilar) … «si todavía estoy bien».
Y ahí está la gran falacia: suponemos que un modelo residencial de mayores está relacionado con una cierta dosis de dependencia. El error es más que normal. Proviene de los estereotipos que nos van marcando desde la publicidad, los medios de comunicación, las películas…
Ayer un niño de 5 años me habla de «viejos». Le pregunto si sus abuelos lo son. «No», dice rotundamente. (Sus abuelos tienen 68 a 75 años). ¿Y qué es un viejo para ti? La respuesta inmediata: «Alguien que tiene el pelo blanco y usa bastón».
Lo tenemos interiorizado. Parece que uno no puede irse a un jubilar hasta que no haya clareado su pelambrera y definitivamente requiera de algo o alguien en quien apoyarse… Hoy desde Jubilares queremos dar razones para el que se plantee esto de vivir en un jubilar o senior cohousing, más allá de la clásica (ha de ser clásica, conocemos tantos casos…) conversación de bar en el que nos preguntamos ¿y si nos jubilamos juntos los amigos?
El más joven de los habitantes de Trabensol, como nos contaban ayer en el El País, tiene 67 años. Pero comenzaron esta empresa hace más de diez años. En otros países comienzan a plantearse esta forma de vida en la cincuentena. Aquí estamos empezando a asumir ese modelo del «50+»: La feria de mayores de Plusesmas se llamaba Vivir50plus. Nuestras amigas Anja Hoffmann y Ulrike Wehr proponen su modelo de cohousing llamado habitat 50 plus. La «comunidad de la experiencia» de las redes sociales se denomina post55… A los 50 hemos vivido la mitad de la vida adulta (echen la cuenta). Nos queda otra mitad por delante. Así que ahí tenemos una primera razón para replantearse la vida: qué quiero para mi segunda mitad de la vida.
Otra razón tiene que ver con nuestra situación familiar. Tirando de estadísticas, por supuesto: en la cincuentena es cuando vemos a nuestros hijos pasar a formar parte del mundo adulto. Y a nuestros padres encanecer y quizá empezar a usar bastón… Mirando a unos y otros quizá es un momento en que muchos pensamos «yo no querré ser una carga para mis hijos». «Yo quiero ser autónomo cuando sea mayor».
Así pues, la prevención es un motor real para involucrarse en un proyecto como el que planteamos desde nuestra asociación. La anticipación por lo que pueda venir: estaré incluido en una comunidad que me va a servir de soporte para los momentos de debilidad. Esta prevención es la que a los 50 nos hace dejar de fumar y cambiar hábitos de vida para que sean más saludables.
Pero no es la única razón. Diríamos que ni siquiera es la más importante. Y tampoco recomendable: no se trata de vivir como no queremos en previsión de un futuro que no conocemos. No es (tan solo) una alternativa a la residencia de mayores. Vivir en un jubilar es una oportunidad para una vida más plena, con diversión y con sentido, también cuando todavía no somos «viejos»: la participación en un entorno comunitario donde tengo algo que aportar (eso no tiene edad); la posibilidad de compartir experiencias, objetos, actividades o espacios, la multitud de posibilidades que se abre al vivir con amigos, las iniciativas que yo solo no me atrevería a comenzar, pero en grupo nos resulta fácil… La profesora de música cuenta con un espacio propio para impartir sus clases o dar conciertos. En su propia casa. La privacidad que se quiera. La comunidad que se quiera. La enfermera aún en activo sale de su casa por las mañanas y queda su marido, ahora en paro, trabajando en el taller común para lanzar su próximo proyecto en una feria de artesanía… A media mañana se acerca al apartamento de su suegra a ayudarle en las tareas domésticas que más le cuestan. ¿Todo ello requiere de una edad determinada?
¿Hay que esperar a peinar canas y usar bastón para tener esta vida?
¡Denuncia a tu vecino!
Encontramos en un portal inmobiliario (cuyo enlace esta vez omitiremos): «Para solucionar los problemas entre vecinos nada mejor que conocer los derechos y obligaciones que nos asisten». Nada mejor… ¿De verdad no hay nada mejor?
A nadie se le ocurriría decir a un niño que sus problemas de relación con los amigos del cole se le solucionarán leyendo la normativa autonómica sobre centros educativos, o que los problemas de pareja acaban código civil en mano. Pero, ay, con los vecinos…
Buscando en internet no es difícil encontrar información sobre «cómo denunciar a un vecino», las causas son múltiples; y hasta «denuncias a vecinos por falsas denuncias a vecinos».
Diríamos que una causa de tanto papel en los juzgados sobre el tema es la falta de educación para la convivencia. Primero solemos elegir la casa, luego nos encontramos de sopetón con el vecino, con el que además compartimos: un portal, una escalera, una fachada, el silencio (o no) de la noche en el edificio… Pero no sabemos compartir.
Pues bien, frente al consejillo del jurista proponemos dos opciones creemos que más satisfactorias (por más humanas):
1.- Elige antes y crea tu propia comunidad. Para hacerse un jubilar (o un cohousing para edades más jóvenes como los que propone Sostre Civic) primero se crea la comunidad y luego el edificio. No es un asunto menor. Primero nos conocemos, luego convivimos. Y es seguro que después de haber iniciado un proyecto común seguiremos emprendiendo otros ya dentro de un espacio compartido , y seremos más capaces de hablar entre nosotros, y seremos más generosos como para olvidarnos de la norma jurídica en la que nuestra relación se basa.
2.- Aprende a convivir. Para el caso de las típicas comunidades de vecinos, es decir, para el 80% de la población que vivimos en edificios con más de una vivienda. ¿Y si hacemos un esfuerzo por conocernos, ya que convivimos entre las mismas paredes? Ante el posible escepticismo del lector, proponemos la lectura de esta ilusionante noticia. Es de hace un año, pero ha vuelto a difundirse en estos días y no tiene desperdicio.
Hace ocho años, Cruz Roja Gipuzkoa creó el programa ‘Promotor de salud y portal solidario’ para promover la salud a partir del concepto de buena vecindad. Hoy, estos portales solidarios implican a casi 50.000 viviendas, e implica un espíritu de la responsabilidad ética y moral a las comunidades de vecinos.
Esa responsabilidad desde luego que se educa en las escuelas. En nuestro país carecemos, en términos generales, de educación en inteligencia emocional y social, para el trabajo en equipo, para la colaboración mutua… Esto se aprende y se pone en práctica desde niños. Recomendamos el magnífico libro de J.Antonio Marina «Aprender a Convivir». Nunca es tarde. Como dicen los responsables de los proyectos de Cruz Roja José Antonio Fernández y Maider González, empatía, comunicación asertiva, pensamiento creativo, toma de decisiones… son hábitos que deberíamos trabajar. Y si no lo hemos hecho antes, hagamos «gimnasia para la convivencia».
Aprender leyes y denunciar, o aprender hábitos de convivencia. Los segundos, además, mejoran la salud.
Diseño de «viviendas para toda la vida»: exterior y límites
Entre los Ejemplos Internacionales que vamos publicando, de comunidades tipo senior cohousing o cooperativas de mayores, aunque nos sirven para ilustrar, aunque sea de forma aproximativa, lo que es un «jubilar«, a menudo encontramos carencias que desde nuestro punto de vista resultan llamativas.
Las «viviendas para todos«, las «viviendas para toda la vida«, dejan de serlo en muchos casos por la existencia de escalones, por el confuso diseño para personas con dependencia cognitiva, etc. Muchas de aquellas experiencias contaban con «irse finalmente a una residencia». Creemos que es una pena, sobre todo porque en una buena parte de los casos esto se podría evitar.
Nuestro consejo es prever la dependencia, sin que ésta obligue a diseños «hospitalarios» u «hoteleros». No es necesario. Se trata de que la arquitectura hogareña sea adaptada… y adaptable. Como cuando una pareja compra un coche grande previendo que podría tener hijos, pero no incluye la sillita ni elige un autobús.
Además en la mayoría de los casos el «diseño para siempre» no es más caro. La arquitectura bien pensada puede ser incluso más económica.
En este y próximos artículos iremos publicando claves de diseño para lograr viviendas para toda la vida. Servirán al lego para reflexionar sobre la arquitectura que vemos a nuestro alrededor e ir formando pensamiento crítico. Esperamos que sirvan asimismo de ayuda a los arquitectos y empresas relacionadas con el mundo de la gerontología, y más específicamente con el del «senior cohousing» o «jubilar».
En este texto de Victor Regnier, Profesor de Arquitectura y Gerontología de la Southern California University, incluido en el libro «Innovaciones en residencias para personas en situación de dependencia», se aportan al menos 60 claves de diseño para viviendas asistidas para personas mayores con necesidad de cuidados por fragilidad o dependencia cognitiva o física. Destacamos en las siguientes líneas algunas de estas características, las aplicadas a la ubicación del conjunto y su diseño exterior, son buenas ideas que si no son necesarias en todos los casos, sí recomendamos para el diseño exitoso de un jubilar:
– Relación con el vecindario: inclusión en una zona residencial e integración con el paisaje existente
– Instalaciones abiertas a la comunidad más amplia del barrio o el municipio, más allá de los límites de la cooperativa. Ej. aula para dar clases, comedor abierto al vecindario.
– Patios con elementos paisajísticos, bien proporcionados y protegidos. Sirven para múltiples actividades, pero además pueden ser el único espacio exterior para residentes con pérdida de memoria. Se puede contar con el agua, también con fauna (ej. acuática, pero también pájaros u otros animales domésticos).
– Espacios intermedios entre interior y exterior. Porches cubiertos o acristalados. La situación de espacio protegido en el límite del edificio da seguridad a muchas personas personas, especialmente las que padecen demencia.
– En relación con lo anterior, parece bueno disponer e algún espacio luminoso y cerrado, con vegetación, para los días de invierno y/o en lugares fríos.
– «El sitio de la barbacoa«. No necesariamente para este uso, se trata de un lugar exterior con buena capacidad, para «alojar una serie de actividades que incluyan comer, bailar, escuchar música, etc.» Con «buen control del sol y del viento«. Conviene que se diseñe en extensión de otro espacio interior, como sala de estar o comedor.
– Sombras. Pérgolas, toldos y parasoles para controlar el sol. También «es importante mitigar el deslumbramiento».
– Espacios de paseo en forma de bucle (especialmente recomendados para personas con demencia), con espacios para sentarse y relajarse cada cierto tiempo. Se trata de evitar esos peligrosos espacios de confusión.
– Espacio para el uso infantil. De cara al empleo de familiares, o personas del barrio, etc.
Como siempre, el objetivo es la mayor autonomía hasta el final. La mayor parte de las personas mayores no pasarán siquiera por una etapa de dependencia; pero contar con ello es más que razonable para garantizar una vida digna para todos.
Del «cohousing» al «jubilar»
En las últimas semanas han aparecido decenas de artículos y noticias en prensa, radio y tv sobre el nuevo modelo de vivienda que fomentamos desde Jubilares, u otros modelos análogos. Como «vivienda colaborativa«, «co-vivienda«, o «cohousing» se nos menciona en periódicos como El Mundo, ElDiario.es, 20 minutos, Hoy, Levante, en portales inmobiliarios como Fotocasa o Pisos.com, (Aprovechamos para aclarar de nuevo que nuestra asociación no ha realizado «después de 12 años» la iniciativa que suponemos se refiere a nuestros amigos de Trabensol).
En alguno de los subtítulos se añade: «Acceder a una vivienda sin necesidad de hipotecarse». también «A salvo de hipotecas» se dice en El País. La frase es engañosa, porque al añadir incluso «Fórmulas de acceso a una casa distintas de la compra o el alquiler» sugiere que conseguiremos algo así como «vivienda gratis». En realidad es más exacto el subtítulo que algunos medios han empleado: «Se comparten electrodomésticos e incluso la hipoteca».
En efecto, las cooperativas de cesión de uso permiten que, de solicitar crédito para la construcción del complejo, éste pueda recaer sobre la cooperativa, donde existirá rotación de personas. De esta forma es más fácil la concesión del préstamos tanto a jóvenes con medios escasos o a personas mayores. La cooperativa asegurará el uso a lo largo del tiempo, y puede por tanto responder de dicha hipoteca con mayor facilidad.
El modelo gana adeptos, como dicen los medios. Existen iniciativas en funcionamiento que se constituyeron como cooperativa de cesión de uso, en concreto para personas mayores: Santa Clara en Málaga, Trabensol en Torremocha del Jarama, Profuturo, en Valladolid. En los últimos años (y más aún, meses) han surgido organizaciones como Colectivo Cover, Sostre Civic, Etxecoop, que promueven modelos cooperativos de vivienda (no solo para mayores), portales que enlazan con esas experiencias como Masqueunacasa, empresas como Ecohousing o CooperaCtiva de SANNAS, así como grupos de personas que promueven modelos de vivienda en forma de cooperativa. Como residencias de mayores, pero en régimen de cooperativa se hicieron Servimayor, en Losar de la Vera (Cáceres), Pi i Suñer, en Roses, o San Hermenegildo, en Teruel. Y en desarrollo, Convivir. Como una «familia» de mayores funciona Cicerón, en Torrijos. Las Cloud Housing, Ecoaldeas… son otros modelos. Se están desarrollando otras cooperativas de apartamentos para mayores con zonas comunes como Housekide, Siete Villas, Puerto de la Luz, Barcelona Cohousing, La Muralleta, Aletxa, etc.
En este panorama el «cohousing» representa la opción con mayor carga de participación e implicación, antes y después del proceso de construcción de la comunidad. Borja Izaola presenta claramente el modelo en el artículo CO-Housing. El «senior cohousing» no es más que la aplicación de este modelo a las personas mayores. Finalmente el «jubilar» se concibe como un paso más en la aplicación de este modelo en nuestro país. Así nuestra asociación pretende:
1.- Animar a aunar iniciativas aisladas bajo el paraguas de una entidad, Jubilares, que crea red de intercambio, ayuda mutua y contacto entre interesados y profesionales. Facilita sinergias entre personas, asociaciones y otros colectivos, empresas, instituciones y administración.
2. Ayudar a que no existan desvíos respecto de las intenciones reales de los promotores de la iniciativa: que se puedan mudar en un tiempo razonable, que puedan autogestionarse si es lo que desean (algunos lo encontraron tan difícil que terminaron contratando más servicios de los que necesitaban), que el tamaño sea el que desean, no el que las leyes del mercado inmobiliario puedan imponer, etc.
3.- Fomentar una variante de senior cohousing que hemos dado en llamar «JUBILAR«. Y animar a los que empiezan a plantearse el modelo, o incluso a iniciativas que ya están en marcha se sumen a estos principios, añadidos a los conocidos del clásico «cohousing«:
– Viviendas adaptadas y adaptables. Y en un ambiente de hogar (ni de hotel ni de centro sanitario). Para toda la vida (muchos de los ejemplos internacionales no lo son)
– Asistencia Integral y Centrada en la Persona. Puesto que prentendemos vivir hasta el final, el diseño gerontológico ha de incluir un modelo basado en la autonomía de las personas, implementando los servicios asistenciales necesarios en cada momento, y basados en la filosofía de la atención centrada en la persona.
– Importancia de la participación y la autogestión como clave para el envejecimiento activo. Si cocinas no te mudas a un jubilar para dejar de cocinar. Eso no resta que se contraten servicios según se requieran, de la misma forma que lo harías en tu casa. Pero un jubilar no es un modelo de apartamentos con servicios.
Nos alegramos de la difusión que está logrando esta nueva (para nuestro país) forma de vida. Responde a una demanda social creciente. Esperamos que en breve irse a un jubilar sea tan fácil y conocido como lo es, de hace tiempo, en Dinamarca u Holanda.
Un jubilar en mi comunidad de vecinos
Cuento con grandes posibilidades de hacerse realidad.
José M. vivía en Zamora, en una comunidad de vecinos donde se llevaban muy bien. Les unía haber vivido en el mismo inmueble muchos años, un nivel socio económico y cultural parecido y las afinidades y complicidades alcanzadas con el roce de los años. Por tanto José M. TENÍA YA O VIVÍA en un lugar que cumplía al 80% con lo que necesita un JUBILAR: Una buena comunidad de vecinos.
Y decidieron ser al 100% un Jubilar. Porque compartían un objetivo común: Envejecer bien, y quedarse en casa hasta el final.
Para ello necesitaban TRANSFORMAR SU ENTORNO de manera que cumpliera estos requisitos:
1.- Que el inmueble fuera completamente accesible y no hubiera barreras arquitectónicas
2.- Que sus viviendas fueran adaptadas y adaptables para poder permanecer en ellas recibiendo los adecuados servicios a domicilio, hasta cualquier nivel de dependencia.
3.- Que las relaciones vecinales se pudieran producir con comodidad y naturalidad, en espacios destinados a ello, para no perder la intimidad.
4.-Que estas adaptaciones del entorno les permitieran llevar una vida activa cerca de sus domicilios y alargar así su actividad como ciudadanos.
¿Qué hicieron?
1.- INMUEBLE ACCESIBLE Y SIN BARRERAS ARQUITECTÓNICAS
Instalaron un ascensor, haciendo una obra importante, que incluso necesitó que cada uno renunciara a un trocito de su vivienda. Baja hasta el sótano y por tanto también los trasteros, el cuarto de basuras y el garaje son ahora accesibles.
2.- ADAPTACIÓN DE LAS VIVIENDAS
Han llevado a cabo obras en el interior de las viviendas consistentes en:
.- Arreglos como consecuencia de la instalación del ascensor
.- BAÑO más grande, y plato de ducha enrasado
.- INSTALACIÓN OCULTA de determinados sistemas que permiten fácilmente, y sólo si es necesario, montar posteriormente elementos tales como barras, puertas automáticas, grúa, lavabo móvil, etc. Es decir, sus casas siguen pareciendo viviendas, y no hospitales, pues ellos no tienen ninguna dependencia severa en este momento.
.- ESTUDIO DE INVITADOS: Como los pisos son ya muy grandes para ellos, han habilitado en cada uno una amplia habitación para invitados, con zona de dormir y de estar, aseo propio con ducha y una mini-cocina con mini-nevera (para hacerse un café), de manera que una eventual ayuda a domicilio 24h., o un estudiante que viva con ellos (pues les gusta escuchar historias de juventud), o una hija que viene con los nietos, puedan pasar temporadas con ellos pero con respeto a su intimidad y su vida privada, en cumplimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
Artículo 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada (…)
Los amigos y familia que les visitan pasan ahora más días en su compañía, gracias a esta garantía de intimidad. Y ya no se cumple el refrán: «los invitados son como el pescado; a los pocos días huelen». Esta generosa concepción de estas estancias de invitados ha sido muy satisfactoria para todos.
Si no hubieran tenido sitio en cada piso, tendrían que haber habilitado un par de «estudios» así en las zonas comunes; han comprobado que son imprescindibles.
3.- RELACIONES VECINALES CÓMODAS Y NATURALES, EN ESPACIOS COMUNES
Adquirieron entre todos un local comercial en la planta baja, que linda con el portal y tiene salida al jardín de atrás. Pueden entrar desde la calle si lo desean o desde el portal. Desde ambos, gracias a elementos trasparentes, puede verse si hay actividad en el local. Allí han acondicionado una cocina grande y una gran mesa donde todos pueden comer juntos. Como una «sociedad gastronómica», de momento se reúnen una vez al mes, cocinan juntos y comen juntos. Ya están pensando en hacerlo una vez a la semana.
También han acondicionado un cuarto para ver la tele, y ven juntos películas que alquilan o los partidos de la selección española de fútbol. En esta sala han bajado algunas estanterías de sus casas y han puesto en ellas algunos de sus libros, y se ha convertido en una «biblioteca», con vistas al patio.
Algunos muebles son nuevos, pero todos han bajado algún aparador o sillón de casa. Esta zona es una ampliación de sus casas, y por tanto allí también hay fotos familiares y otros recuerdos.
También han hecho un pequeño taller y ahora todas sus herramientas las han bajado allí. ¡Sobraban cinco escaleras de mano, decenas de destornilladores…! Juntándolas cuentan con casi con un taller profesional, y han comprado, entre todos, un par de máquinas que les faltaban. Cuando tienen que arreglar algo, en vez de hacerlo solos en casa, se ayudan mutuamente.
Han hecho un pequeño huerto elevado en el jardín sobre una antigua mesa. De momento no tienen mucho éxito, pero el calabacín que salió adelante les supo a gloria.
4.-ACTIVIDAD CIUDADANA Y ASISTENCIA
Entre ellos hay verdaderas eminencias, personas que han sido muy valiosas a su sociedad, y que quieren seguir aportando sabiduría. Por tanto han acondicionado una pequeña aula-despacho, que les sirve para continuar su actividad docente y ciudadana, dando clases o trabajando con jóvenes investigadores. Conchita se ha acondicionado un espacio para pintar sus óleos y enseñar a otros.
En la mesa grande del comedor, por la tarde, una vecina da clases de costura a jóvenes madres del barrio, con sus hijos pequeños.
Ahora vienen más los nietos y los hijos y los amigos, y la cocina del local les viene fenomenal. Organizar los cumpleaños y otras fiestas familiares ahora ya no es un problema, pues todos, de dentro y de fuera, participan y ayudan. Les encanta bajar a la calle y ver que en el local común, en la mesa grande, está la hija de un vecino, repasando las matemáticas con los nietos.
En el despacho (en privado) o en la mesa de comedor (en grupo) se reúnen con el GESTOR DE CASOS, experto en Atención Integral y Centrada en la Persona (AICP), que les da consejos personales y como grupo para mantener una vida saludable y prevenir enfermedades. Todavía no cree que necesiten a nadie que les ayude en la cocina, pero les ha aconsejado que contraten una persona para limpiar la escalera, que es un trabajo ya un poco duro para cualquiera de ellos. También les ha aconsejado que sigan limpiando juntos las zonas comunes del local, y que llamen a amigos o familia para que les ayuden. Les ha puesto en contacto con un profesor de Tai-chi.
En definitiva, le sacan mucho partido al local que han comprado. Les hubiera gustado tener más espacio, pero el local no daba para más.
Tenían la comunidad. AHORA SON UN JUBILAR, AL 100%
Las corralas de hoy
Llegó a los medios la noticia: las familias alojadas en la «corrala Libertad» de Sevilla pasan a formar parte de una cooperativa para el uso de las viviendas. Nos felicitamos por ello entre tantas okupaciones y deshaucios. A cuento de la noticia, aunque no sea lo más importante de la misma (y más bien, precisamente por ello), aprovechamos a comentar sobre dos de los conceptos que ahí aparecen: corrala y cooperativa de cesión de uso. Para no hacerlo muy largo del segundo hablaremos en un próximo artículo.
Una corrala es un tipo de edificación residencial que organizaba las viviendas (de escasa superficie) en torno a un patio, donde se hacía vida comunitaria. El acceso a cada apartamento se realizaba desde un corredor situado al aire libre, el mismo que daba al aseo compartido. Surgió hace siglos como un tipo de construcción barata para alojar a inmigrantes.
La mala ejecución de la construcción y las penosas condiciones higiénicas en muchas de ellas, unido a un peor mantenimiento, ha dado muy mala prensa a esta palabra, y sin embargo como tipo arquitectónico ofrece grandes cualidades que son muy interesantes:
Principalmente el favor sobre una vida comunitaria que resultó clave durante mucho tiempo entre gentes que pasaban penurias. Así como fue desapareciendo la vida comunitaria en las aldeas, también en las ciudades las familias prefirieron irse a vivir a pisos completamente «independientes». Sin embargo hoy sabemos medir mejor esa «independencia» para que no se convierta en «soledad». También somos conscientes de que hay colectivos más vulnerables que requieren entornos que faciliten su inclusión social. Y no solo los colectivos vulnerables: los estudiantes universitarios, las familias jóvenes… han sido y siguen siendo habitantes de edificios residenciales de corredor exterior en toda Europa.
Las «corralas» de hoy son viviendas con doble orientación (hacia el corredor la zona de servicios, cocina y WC; hacia «fuera» el estar y dormitorios), con servicios adecuados y zonas comunitarias adaptadas a las necesidades reales de sus ocupantes. Un tipo arquitectónico eficaz para organizar jubilares urbanos, donde la vida comunitaria pueda extenderse al resto de la ciudad.
Las «corralas de Sevilla» de las que oimos hablar en las últimas semanas curiosamente no son «corralas» propiamente dichas. No tienen corredor exterior, ni baño comunitario… Desde un punto de vista arquitectónico se trata de meros bloques de viviendas. Pero en los últimos tiempos se han autodenominado así para referirse a esos lugares donde viven «familias de familias«. Bonito concepto, que sintoniza con nuestra forma de entender los jubilares.