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Qué hacemos con las pensiones

AMU 13-03-2014El pasado jueves, en la Escuela de Relaciones Laborales de Madrid tuvo lugar un acto de presentación de la Asociación de Mayores Universitarios (AMU), organización federada en la Unión Democrática de Pensionistas (UDP). La entidad, de reciente creación (2013) y representada allí por su presidente, Juan Carlos Ortigosa Perochena, se declara solidaria, pluralista, no confesional e independiente; tiene como objetivos la representación del colectivo de Personas Mayores y Pensionistas y la promoción de la mejora de sus condiciones de vida, la sensibilización, los derechos a la no discriminación, la educación, salud, seguridad, los intereses económicos, culturales y sociales, de ocio y tiempo libre, de este colectivo.

El acto fue presentado por Paca Tricio, Directora Gerente de UDP, la cual recordó la historia de esta confederación de más de 3.000 organizaciones, que representa a un millón y medio de socios. UDP nació en 1977 y nunca ha dejado de crecer y trabajar por los pensionistas de nuestro país. La asociación Jubilares es socia sectorial de UDP desde el año pasado.

Qué hacen los Estados (en concreto el español) con las pensiones

Las dos ponencias que tuvieron lugar a continuación mostraron dos caras de una realidad económica que nos preocupa: la sostenibilidad del sistema público de pensiones, y el empleo de esas pensiones para el sostenimiento de las familias. Miren Etxezarreta, catedrática emérita de economía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, se muestra especialmente crítica no solo con las soluciones que desde hace décadas se están aplicando de cara a la sostenibilidad del sistema de pensiones, sino con el propio diagnóstico de la situación. Si las pensiones públicas dependen, como es el caso en España, de las cotizaciones de los trabajadores y éstos son cada vez menos (ya no solo debido al paro que ha generado la crisis, sino a la paulatina reducción del número de trabajadores necesarios en los países desarrollados), es evidente que no hay forma de acumular el dinero necesario que pagará las pensiones futuras. Hoy solo el 35,2% de las personas en España trabajan. Es decir, que un tercio de la población cubre las necesidades de todos.

jubilacionLa última reforma del gobierno actual (2013), así como la del gobierno anterior (2011), y mirando atrás, el pacto de Toledo (1988), también las reformas llevadas a cabo en otros países, el informe del Banco Mundial ( «Para evitar la crisis de la vejez«, 1994)… Todos ellos analizan el problema con argumentos como los expuestos y concluyen en fórmulas, dice Etxezarreta, «siempre en la línea de rebajar las pensiones públicas«. El último «Informe del Comité de Expertos sobre el factor de sostenibilidad del sistema público de pensiones» (se puede descargar aquí) propone fórmulas que adaptarán la cuantía de las pensiones a la situación demográfica y económica variable en el tiempo. Y proponen complementar con sistemas privados de pensiones. Todo ello servirá a un sistema de pensiones sostenible.

Pero hay OTROS expertos

Sin embargo otros expertos sostienen, como es el caso de Miren Etxezarreta, que esa visión del problema es parcial. ¿Por qué asumimos que «la financiación de las pensiones públicas no puede ser deficitaria y sí puede serlo el ejército?». Y concluye: «La financiación de las pensiones es un tema de redistribucion de la riqueza«. Para ello propone fórmulas alternativas a las tradicionales: si en los últimos años (crisis aparte) se ha seguido produciendo cada vez más con menos trabajadores… ¿por qué las pensiones han de depender del número de trabajadores y no de lo que éstos producen?, si hemos de ajustarnos el cinturón todos, ¿por qué no se suben nunca las cotizaciones? Pero además, ¿por qué las pensiones han de provenir exclusivamente de rentas del trabajo y no también del capital?, ¿por qué no se pagan con impuestos, como en el caso de Dinamarca?… Ir a la búsqueda de ingresos y no recortar el gasto, proponía en su día el único «experto» que no llegó a firmar el famoso informe. Las soluciones pueden ser múltiples.

Uno de los peligros más recurrentes acerca del problema de «financiación de las pensiones» es plantearlo como el problema de «las pensiones», o peor aún, el problema del «envejecimiento». Hemos asumido, como recordaba Paca Tricio, una imagen de las «personas mayores como objeto de gasto». «Nos ahorraremos 40.000 millones con la última reforma de las pensiones», nos dicen, pero… las personas mayores NO nos ahorraremos esa cantidad, sino que vamos a dejar de percibirla. Las palabras son importantes, los estereotipos nos marcan y nos excluyen socialmente. Sean cuales sean las mejores soluciones al problema, coincidimos en que el envejecimiento de la población no es el problema  sino una oportunidad, y en todo caso tenemos derecho a participar en el debate sobre cuestiones que nos afectan a una parte importante de la población, las personas mayores. Hoy por hoy esto no es posible. La persona que va a ver reducida su pensión de jubilación ya no tiene oportunidad de cotizar más o contratar un plan privado. El cambio de las reglas del juego con carácter retroactivo es injusto y excluyente.

Qué estamos haciendo las personas mayores con nuestra pensión

La última parte de las ponencias se centró en un estudio sobre la situación económica de las personas mayores y sus familias. Y es que hay que recordar que la paulatina reducción de las pensiones afectará a millones de familias que ya están viviendo en circunstancias difíciles. Más de la mitad de los pensionistas cobran por debajo de los 600€  y uno de cada ocho por debajo de los 300€. E incluso con esta situación, las personas mayores están en muchos casos manteniendo económicamente a sus familiares y amigos:

evolución ayuda mayoresJavier Álvarez Souto presentó el informe La crisis económica y la solidaridad familiar de los mayores, un estudio realizado por Simple Lógica S.L. para el barómetro del mayor de UDP, en colaboración con IMSERSO. El dato más escalofriante, el que refleja el gráfico adjunto: casi el 60% de las personas mayores de 65 años están ayudando económicamente a familiares (fundamentalmente hijos) o amigos. Hace cuatro años tan «solo» era el 15%. Al tiempo, se ha reducido en un 40% la cantidad de mayores que reciben ayuda de otras personas.

Estos datos reflejan una situación altamente preocupante. El 70% de los que ayudan a otros considera esa ayuda «imprescindible». Por otra parte, los que menos tienen son los que más ayudan. Así, 9 de cada 10 personas con escasa capacidad de gasto considera que sin su ayuda la persona que la percibe no podría vivir dignamente.

El informe completo se puede descargar aquí o leer en la página de UDP.

Desde Jubilares queremos dar la enhorabuena a la Asociación de Mayores Universitarios por su labor y en concreto por la convocatoria del pasado jueves.

Esperamos participar en más jornadas de debate sobre los temas que nos preocupan a las personas mayores.

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La ¿falsa? alarma del envejecimiento poblacional

Ayer leíamos un prolijo artículo en El País («Las canas revolucionan la economía española») que incluía un buen número de opiniones acerca de un tema sobre el que hemos reflexionado aquí en varias ocasiones: el envejecimiento poblacional y sus consecuencias. La base del escrito proviene del último informe del INE que anuncia que en breve tendremos más defunciones que nacimientos. Este hecho, que obviamente depende tanto de los que mueren como de los que nacen (y la inmigración), habitualmente se centra en el envejecimiento como si fuera el único problema. Desde que el año pasado el FMI alertara del «riesgo de que la gente viva más de lo esperado», o desde las famosas declaraciones del ministro japonés que pedía a los ancianos «que se den prisa en morir», las justificaciones de la reducción de las pensiones o del retraso de las jubilaciones, hemos escuchado múltiples alarmas ante lo único, de todo lo que nos está pasando, que nos debería alegrar: cada vez vivimos más años.

aging-populationNos alegra observar que en esta ocasión este artículo pretende ofrecer esa visión optimista, que desde Jubilares compartimos, la del envejecimiento creciente como situación que además de un factor potencialmente generador de problemas,  también constituye una oportunidad para la sociedad. En un país en el que los minutos serán más largos para todos, los ancianos revolucionarán la economía. Es, quizá, la fuerza de cambio social más importante en la historia socioeconómica reciente de España desde que en los años setenta del siglo pasado se creara una clase media. Frente a los que opinan, como Carlos Martín, economista experto en demografía de CC OO, que «una sociedad envejecida es una sociedad enferma” el artículo plantea otros puntos de vista: las empresas y la propia economía tendrán que adaptarse. El envejecimiento lo cambia todo o casi todo. Las finanzas, el consumo, los inmuebles, la industria farmacéutica, la sanidad, el diseño de productos, el sector del automóvil, la tecnología, el ocio. Con la mayor longevidad se ha ganado tiempo, y las organizaciones que sepan manejarlo tendrán una gran ventaja.

Habrá que ser más creativo que antes. Porque el mayor tiempo de vida de los españoles se ha convertido en una gran oportunidad de negocio si se logran respuestas a los desafíos, dice Paco Abad. Las nuevas finanzas, nuevos productos de inversión, seguros, revisión de los diseños de los objetos cotidianos para adaptarlos a las necesidades de los mayores… El «diseño para todos», desde este punto de vista, es inevitable en un breve futuro. “Los artículos serán livianos, más fáciles de abrir, con tipografías grandes, transportables con sencillez y acorde a las cantidades que consumen”, desgrana Víctor Mirabet, consejero delegado de la consultora Coleman CBX. “Es una revolución”.

Ocurre lo mismo en las propias organizaciones de trabajo. «Las organizaciones deben entender que “hacerse mayor es la base de la existencia humana y una oportunidad única para mezclar la energía de los jóvenes y la sabiduría de los adultos mayores”, observa Enrique Alcat, profesor de IE Business School. Y añade: “Es inadmisible acabar con la vida laboral de una persona a los 55 años”.

Ante la vivienda, el artículo propone domótica y rehabilitación. Está bien, aunque nosotros añadiríamos «comunidad», esa será una clave para no vivir necesariamente en soledad. Carlos Smerdou habla del «parque de viviendas muy antiguo que no cumple con las condiciones mínimas que necesitan las personas para vivir, muchas de ellas mayores». Y nosotros añadimos: tampoco algunos barrios (con baja densidad, alejados de equipamientos, mal conectados o poco favorables a la vida fuera de casa) cumplen esas condiciones, cosa más grave porque la rehabilitación de la ciudad es ciertamente más difícil que la de un edificio. Y Sí, compartimos el miedo ante las «ciudades de mayores» como solución a este problema. Ojo con el tamaño de las actuaciones. Si una comunidad tiene el tamaño de una ciudad, tendrá que ser intergeneracional, o será un gueto. Por eso hablamos de tamaños óptimos al referirnos a los jubilares.

En conclusión, la imagen alarmista es una equivocación, nos dicen expertos como Antonio Abellán, del departamento de Población del CSIC. Es interesante observar, como nos hace ver él mismo, que el fenómeno del «envejecimiento individual» es, por suerte, «irreversible», mientras que el «envejecimiento demográfico» sí puede ser «reversible». Como leíamos recientemente en otro medio, «aunque esta situación pone a prueba los fundamentos del Estado del Bienestar, los principales riesgos para el mantenimiento del actual sistema no proceden del envejecimiento sino de la falta de actividad económica, desempleo, ausencia de crédito, fraude fiscal o ausencia de políticas de reactivación económica. «El proceso de cambio en las estructuras demográficas tendrá implicaciones en las finanzas públicas y la cohesión social. Los cinco grandes bloques de gasto público social (desempleo, salud, cuidados de larga duración, educación y pensiones) están relacionados con la edad; tres de ellos (pensiones, salud, cuidados de larga duración) están estrictamente relacionados con el envejecimiento, que también pondrá a prueba la solidaridad familiar», comenta Abellán.»

Gran parte de los supuestos problemas de una sociedad envejecida, como por ejemplo el aumento de gasto sanitario con el creciente envejecimiento de la población se podría ajustar «desarrollando políticas integrales que articulen los servicios sociales con los sanitarios y con las políticas de vivienda, urbanismo, transporte, cultura, acceso a las TIC, accesibilidad universal etc., porque todas estas áreas tienen que ver con la garantía de la autonomía personal, la igualdad de oportunidades y la inclusión social.» (Manifiesto por una política de envejecimiento activo).

Recientemente un artículo de la BBC recordaba cómo investigadores de la Universidad de Edimburgo desmienten la necesidad de alarmarse ante una sociedad de personas mayores. «El error viene de asumir que todos los pensionistas son dependientes y que toda la población activa es de hecho trabajadora». El artículo de Isabel Fernández, del departamento de población del CSIC «Envejecimiento, una alarma innecesaria: Ganamos salud, perdemos dependencia» ahonda en lo mismo: El aumento de la esperanza de vida hace a las personas mayores “más jovenes” y más saludables. Algunos expertos van más allá, como Karl Otto Hondrich que ve en en el descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población «un golpe de suerte«.

Finalizamos este repaso transcribiendo algunas de las últimas palabras del artículo con el que comenzamos: después de todo este relato lleno de números y palabras, el inexorable envejecimiento nos conduce a lo relevante: las personas. El cambio demográfico servirá «para comprender que los ancianos son tesoros nacionales».