Categoría: Jubilares

Avances en el Jubilar Villa Rosita

Es una alegría poder ver cómo las cooperativas van avanzando en sus procesos y poder acompañarles en su camino. El Jubilar Villa Rosita, quienes son, como cooperativa, socios de esta asociación nos han compartido sus novedades, que son importantes para su apuesta por una vida completa y con sentido, a través de una carta que reproducimos a continuación.

Si deseas obtener más información sobre el Jubilar Villa Rosita, te invitamos a ponerte en contacto a través de su página web www.villarosita.es

Los Socios de Villa Rosita disfrutan de un concierto en su parcela

Un cordial saludo del Jubilar Villa Rosita

Nuestro momento actual es muy especial, porque vamos a empezar a construir nuestro hogar en un lugar maravilloso como es la finca de Villa Rosita, en la Colonia de Torrelodones junto a la estación de cercanías. Nuestro proyecto de viviendas colaborativas se compone de veintinueve unidades residenciales y unos edificios de uso común que albergan espacios como un comedor, sala de estar, habitaciones para invitados, aula polivalente, lavandería, etc. Nuestro planteamiento es llevar una vida tranquila, saludable y sostenible tanto en lo medioambiental como en lo social, con el objeto de disfrutar de un envejecimiento activo y solidario. 

Los hitos más importantes y esperados son la concesión de la licencia de obra por parte del ayuntamiento de Torrelodones en julio de este año y la firma de un contrato multiparte, con MMN arquitectos, la constructora ACR, Morar Arquitectura y Zerocity que nos gestiona este modelo y las soluciones del ciclo de vida del proyecto. En el proceso previo a la firma del contrato también hemos trabajado colaborativamente con la Asociación Jubilares

Se trata de uno de los primeros contratos de este tipo que se firman en España, en el que los distintos intervinientes en el proyecto comparten riesgos, responsabilidades y beneficios.

Vamos a construir con un sistema industrializado de paneles prefabricados, permitiendo reducir de forma significativa la huella de carbono y acortando el plazo de ejecución. Partimos de un compromiso de reducción del uso de los recursos naturales como el agua, y los aljibes, los pozos y el molino de viento que hay en la finca, serán conservados con el mayor cuidado. Del mismo modo, los edificios se van a construir con un nivel máximo de eficiencia energética, disponiendo de energía fotovoltaica.

En fechas próximas vamos a participar dentro del proyecto de “Comunidades de cuidados” que promueve entre otros, la asociación Jubilares, en lo que llamamos el Taller 3. Nos permitirá reflexionar y diseñar una visión compartida de nuestra estrategia de apoyo mutuo y cuidados. Afianzando el marco de convivencia, los valores, la comunicación y gobernanza del grupo.

Nos encontramos en un momento importante de nuestro proyecto y en un escenario complicado por el incremento de precios, la inflación y la subida de los tipos de interés. A pesar de todo, seguimos adelante ilusionados y comprometidos. 

Si queréis saber algo más de nuestro proyecto, podéis encontrarnos en https://villarosita.es/.

Vista de la parcela donde pronto comenzarán las obras del Jubilar Villa Rosita
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Se ha presentado el catálogo «La vejez como experiencia humana»

El jueves 12 de mayo la Fundación Notariado presentó el catálogo de pinturas del Museo Nacional del Prado «La Vejez como experiencia humana», en la que Jubilares ha participado dentro de la sección Otras Miradas con el comentario, escrito por Javier del Monte, sobre el cuadro Visita a los enfermos o Sala de un hospital (1885) de José Alea Rodríguez.

Visita a los enfermos o Sala de un hospital (1885) José Alea Rodríguez

El catálogo trata de hacer una recorrido por diversas obras de arte relacionadas con la vejez, desde autoretratos de Tiziano, o cuadros de Goya o Velázquez en el que sus protagonistas son personas de avanzada edad. Todos los cuadros han sido comentados por las doctoras en Historia del Arte María Arriola Jiménez y María Rodríguez Velasco.

Una visita virtual

Aunque todos los cuadros pertenencen al Museo Nacional del Prado, no todas las obras están expuestas o son visibles en la afamada pinacoteca. Algunas se encuentran en sus almacenes o cedidas a otras instituciones donde se pueden ver. Por lo tanto, la Fundación Notariado ha creado una exposición virtual, la cual permite, a través de sus 3 salas, recorrer, junto con una audioguía, todos los cuadros del catálogo. Una oportunidad única para descubrir cómo el Arte ha mirado a la madurez humana y los cuidados.

A continuación compartimos el comentario que realizó Javier del Monte al cuadro de José Alea Rodríguez.

¿Qué hace que ese luminoso espacio, potencialmente confortable, me sugiera ese estado de triste melancolía? A veces la Arquitectura no es suficiente. No lo digo con frustración, pues soy arquitecto, sino con una clara conciencia de que el entorno físico es solo parte del conjunto de recursos que construyen “hogar” para habitar una vida con sentido.

La escena de este lugar, que percibo como asilo u hospicio, resulta extremadamente sensorial. Una suave tarima, el calor de la estufa, la luz de los amplios ventanales, el color de los textiles, los sólidos y cómodos sofás, las espesas alfombras… Nada suficiente como para ofrecer alegría a la escena cotidiana. Como si fueran aderezos equivocados en una receta insípida, respiro el ambiente que representa el lienzo, miro las siete cabezas levemente ladeadas… y oigo el silencio de la sala.

No obstante, la disposición y medida de tales ingredientes podrían haber logrado un menú más lleno de vida. Un ejemplo: en el interior de la habitación solo una señora mira de reojo a otra, quizá con envidia por la aburrida visita ajena. Ay, si se le hubiera invitado a participar del encuentro… ¿Por qué no girar los sofás hacia las personas?

Y en el exterior… la niña, que ni alcanza al alféizar, quizá esté mirando a la rama de un árbol donde descansa un mirlo. ¿Por qué la ventana es tan alta? ¿Por qué no girar los sofás hacia la calle?

Así fueron hasta hace poco muchas residencias de mayores: lugares llenos de cosas mal orientadas. Filas de sillones, espacios donde no se miraba a las personas de dentro, tampoco a las de fuera.

Pero decía que la Arquitectura no es suficiente. En las residencias que queremos, verdaderos hogares, sólo cabe realizar actividades significativas para las personas, para cada una de las personas. En esos nuevos lugares para la Vida hay posibilidad de intimidad y también de encuentro vecinal; en los nuevos centros de mayores hay sistemas de apoyo… pero también de estímulo, hay relación con el exterior, con la naturaleza y con la comunidad del barrio. En los soñados ambientes residenciales de mayores la señora del fondo quizá levanta una mirada alegre ante la visita conocida, la niña juega con la mujer que prepara los vahos – que por cierto bien podría ser una de las residentes – un joven toma la mano de la mujer adormilada mientras le lee una vez más su novela favorita. Y tras la inmensa puerta de acceso a la sala de estar, imagino un pasillo luminoso con plantas y estantes de libros, el que da acceso a habitaciones donde alguien ahoga un leve grito tras el pellizco de su amada.

Javier del Monte Diego

El proyecto Comunidades de Cuidados ya es una realidad

Tejer redes que faciliten el cuidado de las personas mayores fomentando su autonomía personal en cualquier situación, incluidas aquellas en las que existen problemas de autonomía personal, es el leitmotiv del proyecto Comunidades de Cuidados que van a llevar a cabo la Asociación Jubilares, la Asociación Andecha y la Unión Democrática de Pensionistas. El proyecto, financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, se llevará a cabo en 9 comunidades autónomas.

El vínculo sellado entre la Asociación Jubilares, representada por Miguel Ángel Mira, la Asociación Andecha, representada por Cristina Martín, y la Unión Democrática de Pensionistas (UDP Mayores), representada por Carlos Martínez, permitirá el desarrollo y la evaluación de proyectos de autocuidados, cocuidados y cuidados profesionales tanto en comunidades intencionales de cohousing, como en otras redes vecinales en el ámbito rural. 

Los representantes de las asociaciones firman el convenio del proyecto Comunidades de Cuidados
Miguel Ángel Mira, Cristina Martín y Carlos Martínez tras la firma del convenio.

Las líneas de intervención del proyecto radican en: El impulso del cohousing senior o vivienda colaborativa para personas mayores como una propuesta intencional y que las comunidades que lo lleven a cabo cuenten con herramientas para el cocuidado integral de las personas. El estudio del impacto en la vida de las personas que forman parte de las comunidades de cohousing ya existentes comparadas con aquellas personas institucionalizadas. El desarrollo de estrategias de cocuidados en entornos rurales para que las personas mayores puedan continuar viviendo en sus lugares de residencia, cuidándose y sabiéndose cuidadas. Por último la transferencia de conocimiento y la incidencia para que se conozca más y se puedan tomar decisiones a distintos niveles que favorezcan esta cultura de cuidados, además de promover espacios de aprendizaje común.

En definitiva el proyecto Comunidades de Cuidados busca que todas las personas mayores puedan continuar su proyecto de vida.

“Un cohousing es un cambio personal, una transición del yo al nosotros”

Entrevista a Maribel Cáceres, Fernando León y Concha Pérez, miembros del jubilar ABANTE de Sevilla

“Si pudiéramos irnos a vivir con los amigos…”. Maribel Cáceres tenía esa aspiración mucho antes escuchar por primera vez la palabra cohousing. Por eso, cuando en 2014 oyó hablar de Trabensol, hizo el viaje de Sevilla a Torremocha del Jarama para verlo con sus propios ojos. “Cuando salí, supe que era como yo quería vivir. Lo supe”. Dos años después se convirtió en socia amiga de la Asociación Jubilares y, gracias al apoyo de esta entidad y de la tenacidad de los miembros de la asociación Abante, ese sueño está más cerca de hacerse realidad. Cuenta ya con una parcela en Mairena del Aljarafe y lo de irse a vivir con los amigos ha dejado atrás la condición de sueño para acariciar la materialidad del proyecto.

El jubilar Abante echó a andar en 2016 con un grupo motor formado por seis personas que poco a poco atrajeron a muchas más. En la actualidad suman alrededor de 50 miembros (34 unidades residenciales). La mayoría son parejas (y también muchos singles), son pensionistas en su mayor parte, aunque  algunas personas siguen en activo y la edad media se sitúa en los 64 años. “Aquí vamos muy tarde”, reconoce Maribel, que recomienda empezar el proceso con menos edad. Concha Pérez, vicepresidenta de la cooperativa desde noviembre de 2019, coincide en que hay que plantearlo cuanto antes porque la creación de un cohousing es larga; ella cree que “el momento es cuando uno está convencido del tema, mejor si es a los 50 o 55”.

Maribel Cáceres

Al margen de la edad, el perfil de los miembros de Abante corresponde a un nivel económico medio y estudios superiores. “Hay docentes, sanitarios, empresarios… Existe una gran variedad de conocimientos y cada cual aporta lo que sabe sobre medio ambiente, fiscalidad, etc. en las comisiones de trabajo”. Concha está convencida de que la heterogeneidad de perfiles es una fuente de riqueza para el grupo.

Concha Pérez

Concha se incorporó a Abante hace solo un año. Le interesaba el modelo, aunque entonces no conocía a ninguno de sus integrantes. “En un año hablo más con ellos que con mis hijos, se han establecido relaciones muy fuertes porque tenemos un objetivo común. Cada uno mantiene su independencia, su familia, amistades, pero nos une la idea de lo que queremos hacer. En el camino se va formando esa comunidad. No creo que sea necesario traer la amistad ya puesta”.

Su experiencia ilustra a la perfección que en una comunidad de cohousing la amistad se construye antes que el edificio, y no necesariamente sobre relaciones previas. “Estos lazos que han ido creciendo casi sin darnos cuenta han sido un descubrimiento –asegura Maribel–, un éxito en la vida, una satisfacción. Muchas veces pensamos que nuestra familia y amigos son más sensibles, y no es así. [La cooperativa] es un aglutinante que hace crecer unos lazos de amistad muy importantes”.

Y llega la pregunta-cliché: ¿el coronavirus ha reforzado su apuesta? Maribel se muestra más convencida que nunca porque “los cohousing han salido bastante más airosos de la pandemia que las residencias. En ese sentido me alegro de estar en un proyecto como este”. Concha es de la misma opinión: “Lo que se ha visto en las residencias… ahora es que lo tengo clarísimo”.

Trabajo, formación y asesoramiento profesional, claves

Maribel alterna su trabajo unos meses al año (tiene una jubilación parcial) con la organización de Abante y la formación. “Hace falta aprender casi de todo. Ahora estoy haciendo un curso de comunicación no violenta”, explica. Además, participa en un grupo de WhatsApp en el que hay 130 personas, algunas expertas y otras camino de serlo por estar involucradas en la formación de comunidades de cohousing. La curiosidad y las ganas de aprender son un requisito fundamental en cualquier iniciativa de estas características. Hacen falta conocimientos sobre temas legales, fiscales, económicos, “aunque sean nociones básicas” y en general sobre el funcionamiento de una cooperativa, ya que es la forma legal que adquiere un cohousing.

Parte de la formación consiste en asimilar la forma de vida que implica vivir en un cohousing. Concha lo resume así: “Es un cambio personal. Tienes que hacer una transición del yo al nosotros, sobre todo en el mundo en que vivimos. Lo comunitario es más importante que lo individual. Hace falta formación en este aspecto y también una apertura psicológica a otra forma de vida. A estas edades, eso también es más difícil”.

Junto a la formación continua y la predisposición personal, los miembros de Abante consideran que es imprescindible establecer unas normas claras. Fernando León, que junto con Maribel es una de las seis personas que fundaron Abante y se ha ocupado de la tesorería durante varios años (ahora sigue colaborando con los números desde un segundo plano), opina que para abordar los problemas que surgen durante el proceso es fundamental dotarse de unos estatutos que “incidan mucho sobre el comportamiento y la conducta de las personas y que se apliquen con firmeza durante la formación del grupo”.

Fernando León

Otro elemento esencial para llevar adelante un cohousing es el asesoramiento. En Abante consideran fundamental la labor de acompañamiento experto de la Asociación Jubilares. Maribel, que se declara partidaria del modelo de Charles Durrett, cuyos principios y metodología inspiran los jubilares que, como este de Sevilla, se están desarrollando en distintos puntos de España, afirma rotunda que “sin Jubilares no lo hubiéramos conseguido. Han sido un soporte fundamental”. Fernando León corrobora sus palabras: “Este es un mundillo que requiere mucha lectura, información, todo eso lo aportó Jubilares”. A su juicio, la labor de Jubilares tanto como facilitadores en los talleres en los que las personas se conocen y se crea la comunidad, como en la búsqueda de parcela, ha sido determinante para que el proyecto avanzase. Actualmente tienen la vista puesta en el taller 2, previsto para después del verano, en el que el grupo codiseñará el complejo con el equipo de arquitectura mediante métodos participativos. Por el momento, pretenden que cada vivienda disponga de  2 dormitorios con baños, terraza y salón con cocina americana. Y, partiendo de esta estructura básica, tendrán que planificar las zonas comunes.

En el jubilar Abante recomiendan aplicar y respetar la metodología, “que está estudiada y basada en errores que se han cometido”, recuerda Fernando León. Y a renglón seguido él mismo se encarga de compartir dos de sus errores, que admiten abiertamente porque creen que han sido una lección valiosa que, además, puede ayudar a otros grupos. “El taller 1 es necesario para conocerse, porque muchas personas no nos conocemos de antes. Si el taller son 6 meses, así debe ser. En Abante lo acortamos y al cabo del tiempo salieron cosas que no encajaban”. Esto se tradujo en 26 bajas. “También ocurrió lo siguiente –prosigue–, la idea inicial es que haya entre 27 y 30 unidades convivenciales; sin embargo encontramos una parcela ideal pero grande. Y pensamos: si da para 60, hacemos dos. La metodología la aplicamos a 79 personas” (el tamaño aconsejado es de 15 a 30 unidades residenciales). Respetar el tamaño del grupo, como han comprobado en su propia comunidad, es primordial, no un capricho teórico.

Cohousing, un modelo aún muy desconocido

En los últimos años se han multiplicado las noticias y alusiones al cohousing. El término suena en los medios y en algunas conversaciones, sin embargo falta información y formación para comprender en qué consiste realmente. Ese desconocimiento es precisamente uno de los obstáculos que se han encontrado los miembros de Abante. Fernando León echa de menos “legislación específica” que ayude a superar algunas de las complicaciones que se están encontrando en el camino, por ejemplo para acceder a la financiación necesaria. Él sostiene que “la cooperativa no tiene edad, se va renovando”, sin embargo bancos y cajas no entienden una lógica que rompe literalmente la división horizontal de la propiedad en beneficio del proyecto común. “El banco tiene dificultades para ver que esto es innovación social –critica Maribel–. Nos miran con lupa, no se fían, les cuesta asumir nuestra edad. Tienen que entender que es la cooperativa la que avala, no cada individuo. Y la banca ética no tiene recursos suficientes para apostar por esto”.

A nivel institucional también se percibe cierta falta de información y de adecuación de la normativa sobre vivienda, servicios sociales, etc. a esta alternativa que atrae cada vez a un mayor número de personas, no solo sénior. Influye también, cómo no, la lógica especulativa del sector inmobiliario y la voracidad del mercado respecto al suelo. ¿El resultado? La mayoría de los grupos de cohousing suele vivir experiencias frustrantes cuando se dirigen a los ayuntamientos en busca de suelo público, animados por la idea de que esto es una alternativa a los centros residenciales tradicionales que, a priori, podría contar con algún tipo de respaldo público. Abante no es una excepción, por eso valoran el asesoramiento de Jubilares para orientarles en la relación con distintas entidades municipales. “Lo hemos trabajado a fondo y sabemos que no podemos acceder a suelo público porque estamos en un nivel de renta que lo impide”, admite Maribel Cáceres.

¿Y qué ocurre con la ciudadanía, particularmente entre la población potencialmente interesada en formar parte de comunidades como la de Abante? Las noticias, las redes sociales y el buzón de la Asociación Jubilares indican que el interés por el cohousing es creciente. En el colectivo sevillano también lo han constatado. “Desde que se publicó la página web hemos tenido del orden de 700 inscripciones. A una reunión acudieron 160 personas. Mucha gente entra por curiosidad”, señala Fernando León. “Hay quien lo entiende y lo hace suyo y se mueve con más facilidad, pero hay quien lo ve desde fuera y piensa que se trata únicamente de ser cuidado y no estar solo a cierta edad”, explica Maribel Cáceres.

Tampoco está de más admitir que el modelo entraña cierta complejidad, tanto filosófica como práctica. El hecho de que el proyecto sea autogestionado implica que todas las personas no solo pueden, sino que deben participar en el trabajo y en la toma de decisiones. El “ordeno y mando”, subrayan los miembros de Abante, no tiene cabida. Además, en una sociedad cada vez más individualista y acostumbrada a los proyectos “llave en mano”, esta complejidad echa para atrás a muchos, aunque también atrae de forma irreversible a otros tantos. “Un cohousing no es para todo el mundo”, advierte Concha. “No todos quieren perder un poquito del yo para entrar en el nosotros.

Junto a la predisposición personal, un cohousing requiere una inversión de dinero que no todo el mundo puede o quiere realizar. En el jubilar Abante cada uno de sus miembros ha desembolsado unos 45.000 euros para hacer frente a los gastos iniciales y compra del suelo. Algunas personas que han dejado el proyecto carecían de esos recursos –aunque no siempre se admita de forma explícita– y otras, simplemente, preferían dedicarlo a otras cosas. Maribel lo resume así: “Algunos se van porque tienen 45, 50 años y, aunque les parezca un proyecto bonito, prefieren dedicar sus recursos a viajar, por ejemplo. Piensan que tienen aún mucho tiempo por delante y que podrán apuntarse más adelante. Sin embargo, es precisamente a esa edad cuando hay que empezar a trabajar en un cohousing. Esto no es una residencia de ancianos modernizada, es otra cosa, algo que se construye con mucho tiempo y esfuerzo”.

“Es una alternativa de envejecimiento activo –destaca Fernando–. Yo quiero huir de la residencia tradicional y no quiero que los hijos estén pendientes de nosotros. Esto para mí es ideal. Vas a estar entretenido (si te toca hacer la comida o cualquier otra cosa) como estás en tu casa. Es el convencimiento al que tenemos que llegar”. Concha va más allá y desanima abiertamente a quienes, tras la jubilación, no quieren trabajar más. “Entonces no te metas aquí, vete a una residencia maravillosa. Aquí se trata de colaborar, participar y mantenerte activo, no sentarte y que te lo den hecho. Esto es otra historia. No se trata de conseguir servicios a cambio de nada”.

Atención integral y centrada en la persona

En Abante aún no han comenzado a trabajar en cómo abordar los casos de dependencia que se puedan dar en el seno de la comunidad, aunque lo contemplan como una de las cuestiones que deberán quedar reflejas en las normas de régimen interno que elaborarán más adelante. Sí tienen claro que van a seguir el Modelo de Atención Integral y Centrado en la Persona, dentro de la estrategia que diferencia un jubilar de otros modelos de cohousing sénior.

Por el momento, cuentan con una comisión de Sanidad (en la que hay personas con experiencia profesional en el ámbito sanitario) que podrá asesorar de forma rigurosa la planificación de su sistema de atención a la dependencia. Como adelanto, en uno de sus talleres participó una enfermera de enlace, una figura que se dedica a la atención domiciliaria con un enfoque comunitario, en línea con la estrategia de Jubilares, que propugna una atención especializada pero “sin bata” e integrada en la vida cotidiana.

La tecnología, aliada indispensable de un cohousing

En Abante tienen claro que el uso de herramientas tecnológicas (correo electrónico, redes sociales, videoconferencias, etc.) es fundamental para acceder a la información y participar en la creación del grupo. Consideran que estar abierto a su uso y hacer el esfuerzo de ponerse al día es un requisito indispensable.

El confinamiento de los últimos meses ha reforzado esta idea. En cierto sentido, admiten que la situación les “ha favorecido” porque las videoconferencias han servido para cohesionar al colectivo. “El acercamiento del Consejo Rector a los otros socios ha sido fabuloso. Incluso hemos hecho una asamblea virtual certificada por una empresa y vamos a hacer otra”, señala Fernando.

Maribel también destaca que las reuniones virtuales –además de ayudarles a manejar distintas herramientas– han facilitado la comunicación. “Hemos ganado. Hemos mantenido contactos frecuentes con socias que viven en Málaga y Cádiz. Y tenemos personas esperando el momento de poder incorporarse a la cooperativa”.

Su agenda de reuniones lo confirma: reunión del Consejo Rector y de la Comisión de Economía por la tarde y, al día siguiente, “videocervecita”. La única pega, según Concha, ha sido la falta de contacto físico. “Yo que vivo sola lo noto. Me noto un poco ermitaña y no me gusta”, admite.

Un camino con muchas satisfacciones y algún que otro bache

La conversación con los miembros de Abante está salpicada de alusiones a los problemas que han vivido y que, como en todas las iniciativas de este tipo, se resuelven con mucho diálogo y, también, con la salida y entrada de personas hasta que el grupo se consolida. Las cicatrices que afloran en la conversación son quizá la cara menos amable –pero también realista– de este tipo de procesos. La experiencia dice que en el cohousing como en la literatura, el conflicto es necesario para tejer buenas historias y llegar al final feliz.

Buena parte del trabajo de los talleres va dirigido a prevenir los conflictos, pero es evidente que cuando se está planificando nada menos que una comunidad para vivir, es lógico y hasta inevitable que surjan diferencias personales y también comportamientos individuales abiertamente enfrentados al interés común o que no se comunican ni en la forma ni por los cauces adecuados. El jubilar Abante no es una excepción, de hecho en estos momentos está gestionando la salida de varias personas. Sin entrar en las interioridades del colectivo sevillano, sus miembros coinciden en criticar el comportamiento de quienes no manifiestan abiertamente sus diferencias y optan por crear divisiones internas. “Ni una de las bajas ha consultado al Consejo Rector para pedir aclaraciones. Querían posponer para hacer un proyecto diferente”. Con todo, son optimistas: “hemos ganado en la comunidad”, sostiene Fernando. Maribel está de acuerdo: “Incluso ahora, con los problemas que hemos tenido, me quedo con esta amistad profunda”.

Concha resume así lo aprendido de los problemas que ha vivido Abante, y que tiene relación con la doble naturaleza de este tipo de proyectos. “Un cohousing tiene dos vertientes: comunidad y forma legal. Una cooperativa tiene normas y leyes a las que atenerse. Hay que tener claro en qué ámbito te estás moviendo. Si me preguntas desde la comunidad, te respondo desde la comunidad. Si me amenazas con una impugnación te contesto con la ley. Legalidad muy clara y muchas reuniones en las que se hable mucho, se pregunte todo lo que se tenga que preguntar y que los problemas salgan a la luz”.

Webinar: introducción a la sociocracia

El webinar, organizado por la Asociación Jubilares, tuvo lugar el jueves 18 de junio a las 12.00 en la plataforma Zoom. Pedro Martín de Hijas, miembro de Sociocracy for All y uno de los mejores expertos en sociocracia de España, compartió los principios básicos de esta metodología de gobierno y de toma de decisiones (ver presentación).

Puedes ver el webinar «Introducción a la sociocracia» en nuestro canal de Youtube.

La sociocracia proporciona herramientas para ayudar a todo tipo de organizaciones a autogestionarse. Por ello, la Asociación Jubilares consideró oportuno organizar un webinar monográfico para ofrecer instrumentos de mejora de la gobernanza a las cooperativas de jubilares que están en marcha en toda España y al mundo asociativo en general.

La parte final de la sesión estuvo dedicada a las preguntas de los participantes, que se interesaron especialmente por los requisitos personales y grupales para poder implantar la sociocracia y cómo esta puede ayudar a alcanzar consensos y gestionar conflictos, entre otros temas.

También despertó curiosidad un caso de éxito citado por Pedro Martín de Hijas: Buurtzorg («cuidado del vecindario» en neerlandés). Se trata de una organización de enfermería de barrio fundada en 2006 por Jos de Blok. Este enfermero decidió poner en marcha esta entidad como respuesta al modelo empresarial basado en la lógica de la economía de escala y centrado en los resultados económicos, que había tenido como consecuencia la degradación del trabajo de cuidados tanto para pacientes como para profesionales. En apenas siete años pasó de 10 a 7000 trabajadoras/es con resultados excelentes en cuanto a la calidad del servicio prestado.

El caso Buurtzorg cobró relevancia cuando el superventas Reinventar las organizaciones, de Frederic Laloux, lo mencionó como una experiencia innovadora en la construcción de organizaciones autogestionadas, más conscientes de su impacto social, tanto para sus plantillas como para la sociedad a la que prestan servicios.

Tal y como describe Laloux, desde el siglo XIX en Holanda el sistema sanitario contaba con una pieza fundamental: el enfermero de barrio, que trabajada codo a codo con la doctora de atención primaria y el hospital. En los años 90 este modelo comenzó a transformarse para ahorrar costes; esto supuso la concentración de las organizaciones que trabajaban en el ámbito de la enfermería y la progresiva desvinculación de los profesionales con sus pacientes; en nombre de la eficiencia se despersonalizaron los cuidados y con ello llegó el descontento de los profesionales de la enfermería y de sus pacientes: se recortaron los tiempos de atención, los cuidados recaían en personas desconocidas por la gran rotación de personal, se abrieron centrales de llamadas y se multiplicó la estructura de personal directivo. Aunque todo ello seguía la ortodoxia económica, muy pronto se vio que era incompatible con unos cuidados de calidad.

Frederic Laloux explica cómo se organiza esta entidad holandesa pionera en entender el fracaso del taylorismo impuesto al sector de los cuidados. Y, lo más importante, en crear una alternativa. «En Buurtzorg los enfermeros se organizan en grupos de 10 a 12 personas, que atienden a unos 50 pacientes en total dentro de barrios pequeños. El equipo se encarga de todas las tareas que antes estaban fragmentadas en múltiples departamentos y se ocupan no solo de proporcionar cuidados, sino también de decidir cuántos y a qué pacientes atienden, se ocupan de los trámites de admisión, planificación de horarios de trabajo y vacaciones y de las tareas administrativas. También dónde alquilan una oficina y cómo la decoran. Establecen el mejor modo de coordinarse con la comunidad local, con doctoras, farmacias y los hospitales locales».

Más información sobre Buurtzorg (inglés).

“No todo el mundo sabe vivir en la libertad y en la responsabilidad”

Pedro Martín de Hijas

Pedro Martín de Hijas es experto en diseño de organizaciones y socio-director de la consultora Qáurea. Tras una licenciatura (Ciencias Físicas) que no duda en calificar de “error” y una larga carrera profesional ligada a las nuevas tecnologías, hace seis años decidió parar para hacer inventario y descubrió que el verdadero hilo conductor de su trabajo era el desarrollo de las personas y los equipos. “Me hice la siguiente pregunta: ¿En qué medida las organizaciones deben ser como las conocemos? ¿Puede haber otra manera de funcionar?”. En su búsqueda de respuestas ha adoptado enfoques tan diversos como el Programa de Desarrollo Directivo del IESE-Universidad de Navarra o la certificación como coach de la Asociación Española de Coaching. Pero fue en un libro, el bestseller de Frederic Laloux Reinventing organizations, donde halló la pista que le llevó a la sociocracia. Desde aquel feliz encuentro, se ha convertido en uno de los mayores expertos de nuestro país. Es miembro de Sociocracy for All (SoFA) y de su capítulo hispanohablante Sociocracia Práctica (SoPRA). El próximo 18 de junio impartirá un curso sobre sociocracia organizado por la Asociación Jubilares.

¿Cómo definirías la sociocracia?

Hay tres definiciones que me gustan mucho. Una es la de Gilles Charest, que la define como una escuela de libertad y responsabilidad. Para Juan Jiménez Rocabert es la gobernanza para el bien común. Según Gerard Endenburg, la expresión que mejor caracteriza lo que es la sociocracia es que la toma de decisiones condiciona el comportamiento de una organización. Estas tres definiciones permiten hacerse una idea bastante aproximada.

Dada tu experiencia en la aplicación de la sociocracia, ¿te atreverías a decir qué no es la sociocracia?

La sociocracia no es fácil y por tanto es una buena aproximación decir aquello que no es. No es un ejercicio de poder tradicional, vertical. Y si lo disfrazas acaba siendo tan dañino como la estructura vertical de poder. No es un modelo de pensamiento lineal, sino sistémico, tienes que contemplar muchas perspectivas.

¿Qué novedades introduce la sociocracia respecto a otras metodologías?

Una de las claves es la toma de decisiones por consentimiento, basada en la inteligencia colaborativa, que implica el reconocimiento entre pares: todo el mundo tiene el mismo valor a la hora de aportar y desarrollar una propuesta o idea. Otra clave es que articula una forma de organización humana muy parecida a los organismos vivos, orgánica, con muchas posibilidades de crecimiento. Un tercer aspecto es el cuidado de las personas, en el sentido de que hace aflorar y por tanto nos hace prestar atención a las realidades del ser humano: los egos, el poder… Creo que al término de una reunión, todos nos damos cuenta de en qué momento nos hemos salido del tiesto: cuándo se ha desbocado el salvaje que llevamos dentro: el que impone, el autoritario, el que siempre quiere tener razón. La sociocracia te ayuda a tomar conciencia de ello, a nivel individual y colectivo. Desde lo colectivo el individuo puede aprender mucho, y además de una manera amable.

¿Qué crees que aporta a los grupos en los que se aplica?

Una de las ventajas de la sociocracia es que se puede aplicar en distintas dosis: a una organización completa, que tiene interés en introducirse en este enfoque sistémico sobre cómo autogestionarse, pero también se puede utilizar alguno de sus procedimientos en una reunión, sin necesidad de explicar los fundamentos teóricos de la sociocracia: facilitación, rondas diferenciadas, diálogo ordenado… De esta forma estás organizando de una manera eficiente, transparente y equitativa: estos son los tres principios de la sociocracia: equidad porque facilita dar voz a todo el mundo, ordenar la conversación y que todas las voces sean consideradas a través de las rondas y una buena facilitación; transparencia porque todo se dice en una reunión, todo se documenta, todo está al alcance de todos y, aunque esto es complicado también hace posible que todo el mundo trabaje sobre bases de información comunes. Y por último eficacia, porque una vez que se interiorizan este tipo de herramientas que al principio pueden parecer algo farragosas, rígidas, todo el mundo admite que gana en eficacia, claridad y respeto mutuo. Tras una reunión sociocrática se sale con más energía de la que se entra, justo lo contrario de lo que experimentamos habitualmente en la gran mayoría de reuniones. Esto no significa que todas las reuniones sociocráticas funcionen bien, pero cuando no funcionan bien, es un toque de atención que debe alertarnos de que algo no se está haciendo correctamente.

¿Funciona mejor en un tipo de organizaciones que en otras: empresas, ONGs…?

Funciona en las organizaciones que tienen el nivel de conciencia necesario para querer que funcione. Lo importante es que se llegue a la sociocracia desde la sinceridad, no como una pose como la que hemos vivido a veces en el mundo Agile, donde te das cuenta a veces de que hay un barnizado cosmético pero por debajo sigue existiendo lo mismo. No es sencillo que toda una organización quiera trabajar en esto. En muchas ocasiones lo que sí me encuentro es gente que está cognitivamente dispuesta, pero te das cuenta de que aún no está preparada a un nivel más esencial, más espiritual. Para que funcione, la sociocracia exige el trabajo y el desarrollo de cada una de las personas, que deben ser conscientes de que necesitan ese nivel de desarrollo; en muchos casos ocurre que se adoptan ciertas pautas externas pero los principios no permean realmente en las personas y sus interrelaciones. No es fácil.

¿Es necesario trabajar paralelamente otras habilidades personales o grupales para aplicar la sociocracia?

Absolutamente. Tanto a nivel individual como grupal. La sociocracia no resuelve todo, requiere de otras disciplinas y visibiliza esa necesidad. La sociocracia tiene algunas herramientas propias, las rondas de entrada y salida, los ejercicios de evaluación de roles y de propuestas… Hay una voluntad muy clara de revisar lo que se está haciendo, evaluarlo y entrar en un ciclo de mejora constante. Pero tiene que estar complementada con la vocación de cada persona de dominar su ego y asumir que todos tienen que ceder poder. Al hilo de la definición de Charest, yo diría que en una organización no todo el mundo sabe vivir en la libertad y en la responsabilidad. Teóricamente, las capas más poderosas de una organización clásica, piramidal, viven en la responsabilidad pero disfrutan del poder; esas capas deben ceder mucho poder, esa es la primera dificultad. Las capas de abajo muchas veces sufren el poder pero asumen poca responsabilidad. Lo asambleario puede parecer muy bonito, pero luego te das cuenta de que ya no es tan bonito trabajar todos en la misma dirección, como adultos, no porque me obligan sino en el ejercicio de mi responsabilidad personal. Sé por experiencia que estos dos conceptos que cognitivamente son fáciles de entender, en la práctica no son nada sencillos.

Imagino que muchas personas pueden ver en la sociocracia una superestructura incluso molesta: ¿roles, rondas, etc.? ¿Qué le dirías a quienes puedan pensar que la introducción de una metodología añade ruido y trabajo a la construcción de un equipo y a la operatividad del mismo?

Es cierto que la sociocracia tiene una cierta estructura, unas ciertas normas. Me gusta hacer una analogía con juegos que algún nivel de complejidad, por ejemplo, el baloncesto o el fútbol; sus normas ocupan varias páginas, en cambio un chaval coge un balón y sabe dirigirse a la portería, luego aprenderá qué es una falta y mucho después puede que hasta aprenda lo que es un fuera de juego. En este ejemplo, ayuda mucho que aprendan viendo un montón de partidos, disfrutan de una formación inconsciente. Con ello quiero decir que toda disciplina necesita práctica y que, dado que todavía no se televisan partidos de sociocracia, hace falta formación. Si no tienes una mínima estructura, es difícil, pero la estructura es bastante sencilla. La clave es práctica, práctica y práctica, obviamente con un cierto nivel de humildad para reconocer los errores. Como en cualquier disciplina, cuanto más trabajas más sensación tienes de que te falta mucho por aprender, pero en sociocracia no se tarda mucho en ver el retorno, los beneficios.

En España todavía no hay tradición de invertir en herramientas de construcción de equipos, comunidades. Se deja un poco al sentido común. ¿Estás de acuerdo en esta apreciación?

El carácter latino, individualista, influye, como también influye la cultura de la improvisación. Cuando quieres establecer un estándar de eficiencia, respeto a los demás, precisión, hace falta preparación. La capacidad de improvisación por sí sola lleva a la desorganización. La improvisación te tiene que pillar con todo planificado y ordenado. A partir de ahí, improvisas genial. La sociocracia tiene que ver con esto: tienes que planificar y tener conciencia de que quieres trabajar en grupo, buscar la equivalencia de todos, escuchar.

¿En qué medida las organizaciones no ven la necesidad de invertir en esto? Yo diría que hay un problema inicial más grave, una cierta confusión: todavía vivimos en una sociedad en la que a nivel organizacional tanto político como socioeconómico, frente a la complejidad y al caos de cada día, fundamentalmente seguimos actuando con un pensamiento lineal: “esto lo arreglo yo” o “esto se soluciona en dos tardes”. En sociocracia el pensamiento es sistémico, requiere escucharse unos a otros y trabajar desde una perspectiva múltiple. Siguiendo ese pensamiento lineal, las organizaciones quieren soluciones rápidas: “suena bien esto del autogobierno, póngalo en marcha con esa gente de abajo, que nosotros aquí tenemos que seguir dirigiendo”. Dirigiendo, por supuesto, con una mentalidad jerárquica e impositiva. Esto denota una falta de conciencia brutal, común a todas las personas pero más grave en el caso de quienes detentan mayor poder y tienen, por tanto, más responsabilidad.

¿Qué crees que puede aportar la sociocracia a la construcción de comunidades de cohousing sénior?

Creo que lo fundamental son los tres principios de la sociocracia: equidad, transparencia y eficacia. Los proyectos de cohousing no son nada sencillos, impactan muchísimo en las personas, tanto las que ya se conocían de antes como las que están empezando a conocerse. El tema, la convivencia, es sustancial y necesita tiempo y maduración. La sociocracia es un mecanismo de vertebración y canalización de la interrelación entre los seres humanos que es buena para familias, un club de amigos, para organizar un viaje… Trabaja con la inteligencia colaborativa, los pasos están bien estructurados y son visibles: el proceso es muy bonito e incluye etapas de divergencia y de convergencia. Finalmente, con un poco de entrenamiento los procesos acaban siendo muy eficientes. Cualquier grupo con voluntad de hacerlo lo consigue.

“La sociocracia y el Toyota Way”

Parafraseando un lema de la empresa japonesa de automoción, famosa por sus procesos de mejora continua y respeto a las personas, Pedro Martín de Hijas recuerda una anécdota que ilustra bien que no todas las personas están realmente preparadas para la sociocracia. “Hace unos tres meses, en un grupo de gente de muy distintas generaciones, del mundo de la política y la gran empresa, vinculados –sobre todo los de mediana edad y sénior– a posiciones de poder, durante una sesión con rondas de aclaraciones, reacciones, etc.,  hubo una persona que no pudo aguantarlo y exigió tomar la palabra. De hecho, la había pedido en múltiples ocasiones y no se le había dado porque no le correspondía, pero hacia el final exigió hablar aunque no fuera su turno y muy enfadado dijo a las dos personas facilitadoras: “Es que vosotros tenéis mucho poder”. Quienes estábamos facilitando le contestamos: “No, el que tiene poder es el proceso, nosotros somos guardianes del proceso”. El hombre en cuestión estaba muy enfadado porque por primera vez muchos años, el grupo le había callado. Para mí es muy significativo: la fuerza del grupo calló a una persona acostumbrada a no callarse jamás. Me gusta cómo lo expresa la empresa Toyota, que a nivel interno trabaja bien los procesos de mejora continua y el respeto a las personas: el Toyota Way es para todos, pero no todos están para el Toyota Way. Lo mismo sucede con la sociocracia”.

Senior Cohousing: salud, participación y creación de comunidad

Artículo previamente publicado el 10 de octubre de 2016 en el Blog de Ciudades Amigables con las Personas Mayores, Imserso.

Es objetivo de la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, impulsada por la OMS, la creación de entornos que faciliten “un envejecimiento activo y saludable”, promoviendo la “participación de las personas mayores, teniendo en cuenta sus necesidades, percepciones y opiniones”.

En pocas palabras se dice mucho, vayamos por partes:

Recordemos, el Envejecimiento Activo se comprende como un proceso donde se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad: los 3 pilares están interconectados entre sí, de forma que no es requisito previo a un envejecimiento exitoso el carecer de enfermedad, sino más bien la salud puede ser consecuencia de un entorno que propicie bienestar.

Y es que ya en el documento de constitución de la Organización Mundial de la Salud se definió SALUD como «estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades«.

Autonomía, solidaridad y gozo en el Cohousing

Otra forma, a nuestro juicio más concreta y al tiempo sugerente, de expresar la salud como estado de bienestar es aquélla del Congreso de Perpiñán (1976): “la salud es aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa”. Así lo recuerdan Joan Subirats y Toni Vilá en su interesante artículo ¿Es la salud un tema estrictamente sanitario?, publicado en el último número de la revista Treball Social. Tres interesantes conceptos. La autonomía es incluso, en nuestro país, derecho subjetivo de ciudadanía desde la ley de «dependencia» de 2006. La solidaridad intergeneracional se reconoce como clave para un envejecimiento activo (participación – seguridad – salud) desde finales del XX. El «goce pleno y en condiciones de igualdad» es el objetivo propuesto por la ONU en su Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Autonomía, solidaridad y gozo son tres importantes objetivos para quien plantee transformar o crear un entorno adecuado para envejecer. Las comunidades autogestionadas de senior cohousing (jubilares) son buen ejemplo de ello:

1.- Son lugares que principalmente fomentan la autonomía personal, precisamente a través de la participación y una verdadera inclusión en la comunidad, a partir de la diversidad en la elección de actividades, en el protagonismo de cada una de las personas a la hora de decidir sobre su propia vida… Hay tanta comunidad como se quiera, tanta privacidad como se desea. Se mantiene una gran autonomía personal, incluso en situaciones de dependencia, porque hay comunidad.

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Me alegro de vivir aquí y creo que todo ha sucedido de una forma armoniosa. Mi mujer y yo somos personas sociables que disfrutamos del hecho de tener justo al lado a la gente con la que mejor lo pasamos. Pero aquí hay un equilibrio muy preciso y definido entre las puertas abiertas y la vida privada. Jens Asger Hansen, residente de Munksoegard.

2.- Son lugares donde se hace patente la solidaridad como interdependencia: necesito de los demás, y yo también me entrego para, entre todos, alcanzar objetivos comunes. Son lugares donde de forma consciente (desde los primeros talleres de empoderamiento) o insconsciente (en la actividad diaria) se diseñan y se ponen en práctica acciones de solidaridad interna pero también para con una comunidad más amplia en la que se insertan. Son lugares donde las personas comparten conocimientos, trabajo, emociones y vivencias, también el deseo común de trascender a otros ámbitos sociales, naturales… Son lugares que fomentan la empatía, el diálogo en la diversidad, la inteligencia colectiva, y la ayuda a la dependencia gracias a una fuerte red de apoyo social.

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Cuando los levantamos por la mañana nos decimos «¿qué puedo hacer por alguien hoy?». Es sólo un sentimiento discreto. Así que hacemos lo que podemos y lo hacemos discretamente. No necesitamos ver nuestras obras en el periódico o anunciadas en las líneas aéreas. Ted Andrewlevich, residente de cohousing en EE.UU.

3.- Finalmente son lugares destinados al gozo: al placer, el confort, la alegría y diversión, la amistad… Jubilar (del latín iubilare) significa «gritar de alegría». Las personas jubiladas o las que viven en un «jubilar» (las personas mayores en definitiva) cuentan con múltiples oportunidades para seguir gozando.

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Huele bien a través de las ventanas de la cocina, donde se prepara la cena. Nuestras cenas colectivas suelen consistir en una ternera, cordero, huevos y pollo de nuestra pequeña granja, y verdura de nuestro huerto. Hace una tarde estupenda, así que decidimos cenar en la terraza, con vistas a la laguna. Todo el mundo echa una mano con las sillas y las mesas, y para poner las sombrillas.Después de cenar, una vez se han retirado las mesas, formamos dos equipos y jugamos a la petanca una hora o así. A un par de nosotros se nos da bastante bien, y hay un poco de guasa. Según termino el día, cruzo al gallinero y lo cierro por la noche. Unos pocos vecinos entran en la casa común a tomarse una botella de vino; los otros vuelven a su casa a relajarse con las noticias después de un día agradable. Olaf Dejgaard, residente de Munksoegard.

El creciente interés acerca del modelo “cohousing” en nuestro país ha sido impulsado principalmente por las personas mayores (no fue así en otros países donde era la juventud pionera en la transformación innovadora del modelo de vivienda o barrio). Es por ello que la Unión Democrática de Pensionistas UDP (miembro asimismo del grupo de trabajo de Ciudades Amigables) ha incluido recientemente en su web un interesante blog sobre Cohousing.

Herramientas: metodología participativa, creación de comunidad

La participación es herramienta común para lograr los tres objetivos. También lo son cualesquiera métodos para la creación y cohesión de la comunidad. Así, el cohousing es entorno paradigmático para la mejora de la salud, tal y como la hemos formulado. Pero no es el único, ni mucho menos. Conviene tomar los principios enunciados y releer las líneas escritas más arriba pensando en la transformación de las residencias o centros de mayores, en nuestra propia comunidad de vecinos, en el barrio o aldea, la ciudad global…

La Red de Ciudades Amigables con las Personas Mayores propone 8 áreas temáticas sobre las que reflexionar con el objetivo de lograr entornos para la mejora de la calidad de vida de las personas mayores (y por tanto, de todas). Parece interesante añadir, dentro de la metodología que propone la OMS, al trabajo con los grupos focales otras reflexiones sobre temas transversales para una verdadera transformación de la ciudad como ecosistema centrado en las personas: cómo lograr más autonomía, más solidaridad, más gozo. Es una cuestión de salud.

(Por: Javier del Monte Diego. Asociación Jubilares. Citas de Durrett, C. (2015). El Manual del Senior Cohousing. Autonomía personal através de la comunidad. Madrid: Dykinson. Fotografías de las webs de las asociaciones canadiense y de EEUU de Senior Cohousing)

Modelos ante el reto del cohousing

Hemos mencionado en diversas ocasiones las características que definen el modelo residencial que en el ámbito internacional se viene a llamar cohousing. Resumimos de nuevo aquí:

  • Autopromovido, de iniciativa y diseño del grupo.
  • Diseño intencional para favorecer la relación vecinal
  • Zonas comunes significativas, extensión de las viviendas (no de gestión externa)
  • Autogestionado, con organización colaborativa de las tareas comunes (comisiones)
  • No hay jerarquías,  y los papeles se reparten de forma natural
  • La economía es privada, y las viviendas cuentan con todos los elementos que aseguran la independencia de los residentes

La definición es empírica. Se obtiene a partir de los cientos de experiencias de éxito, que parecen mantener esas condiciones comunes. No obstante, sería ingenuo suponer que se trata de invariantes absolutamente estáticos y sin gradación. Existen escalas de participación y grados de compromiso o responsabilidad que asumen: algunas personas / todas las residentes / el grupo embrionario / las personas facilitadoras… ¿Hasta qué punto es previsible el éxito o fracaso de las iniciativas según esos grados de implicación? Un interesante artículo de Joanna Williams del año 2008 presentaba un cuadro análogo al que aquí reconstruimos, en el que agrupa tres modelos (podríamos decir tendencias) para el desarrollo de iniciativas de cohousing:

Modelos desarrollo cohousing y jubilares

Reelaboración a partir de Tabla I en Williams, J., Predicting an American future for cohousing. En Futures 40 (2008) 268-286. Marcamos en verde el esquema en el que creemos desde Jubilares.

En todos los casos las personas residentes se hallan comprometidas en el desarrollo (antes y/o después) de la comunidad. Recordemos que la autogestión es característica básica del cohousing.

Liderado por residentes

El primero de los modelos involucra a las personas residentes tanto en los procesos de creación de comunidad como en los más operativos de construcción del complejo. Los residentes cargan con los costes y riesgos financieros asociados al proyecto. Por supuesto contratan servicios profesionales y los dirigen. Esto implica experiencia y alto grado de compromiso. Se trata del modelo que logra una mayor cohesión del grupo y con ella, mayor apoyo social, etc. No obstante, hay que destacar sus complicaciones:

  • Dificultad para los diversos compromisos
  • Dificultades financieras
  • Necesidad de una alta experiencia técnica y de gestión
  • Dificultades para competir con promotores en la obtención de suelo
  • Momentos de zozobra y duda. Bloqueo. Sensación de estar reinventando la rueda.

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Trabensol (en Torremocha del Jarama) es iniciativa desarrollada exclusivamente por las personas residentes. Han tenido que lidiar mil batallas durante casi 14 años para lograr su sueño. El premio: una comunidad fuertemente cohesionada

Enfoque especulativo. El promotor

Es debido a esta serie de obstáculos por lo que surgen otros modelos: el especulativo (el desarrollado principalmente por un promotor) es el más ágil para el desarrollo de un producto inmobiliario. Pero ¿es eso lo que se quiere lograr? Diversos estudios (ej. Williams o Durrett) demuestran que «el enfoque especulativo puede encontrar grandes dificultades para el establecimiento de comunidades cohesionadas». En España comienzan a surgir «promotoras de cohousing» y es importante que se tenga en cuenta este hecho: la cesión de responsabilidad ligada a la falta de implicación durante el desarrollo no facilita que a posteriori se logre el objetivo de cohesión, de mutualismo comunitario, de resiliencia… posiblemente deseado por las personas que pretenden vivir en cohousing.

mariendalsvej

El error de Mariendalsvej, en Copenhague, fue del Fondo que promovía la inciativa, al no implicar de manera suficiente a los residentes. Así, la comunidad desapareció antes de comenzar a vivir en el complejo (Charles Durrett, en «El Manual del Senior Cohousing»)

La figura de promotor no necesariamente ha de ser una empresa ajena al grupo embrionario. En ocasiones se trata de alguno de los miembros del mismo. En ese caso es importante tomar conciencia del papel que juega cada una de las personas implicadas en el proceso (por ej. promotor que sólo pone el suelo, o financia, o… pero no tiene mayor peso en otras fases del proceso), y trabajar especialmente por el empoderamiento de todas y lograr un plano de igualdad en la toma de decisiones. Así nos acercaríamos al óptimo «modelo asociativo»:

Modelo asociativo

Como se puede observar en el cuadro de Williams, este modelo intermedio permite que una entidad o persona promotora / facilitadora tenga mayor protagonismo en diversas etapas (las de tipo técnico o de gestión) al tiempo que mantiene el liderazgo de las residentes en todo el proceso. Aquí existen muchas formas de colaboración. En algunos países la Administración es clave pues puede ayudar en la obtención del suelo o en la financiación parcial del proyecto. En otros casos se revelan como una figura interesante la de «promotores sin ánimo de lucro», que asumen riesgos de la promoción al tiempo que asumen las aportaciones que la comunidad decide en asamblea.

Reunión Jubilares

En un jubilar, el grupo de residentes es el protagonista durante todo el proceso.

Organizaciones como nuestra asociación Jubilares u otras como Cohousing Verde, ofrecen cooperación en tareas de facilitación o de gestión (por ejemplo en la intermediación con otras entidades públicas, bancarias, etc.), y sin embargo no restan el protagonismo que creemos ha de desarrollar el grupo de personas para lograr (más aún cuando hablamos de senior cohousing) herramientas de vida colaborativa, fundamentales para un envejecimiento con éxito (autonomía, participación, seguridad, salud…). En nuestro caso no podría ser de otra manera pues son las comunidades de jubilares las socias de nuestra entidad sin ánimo de lucro. La caja de herramientas que se ofrece al grupo motor incluye métodos participativos de planificación del proceso o diseño arquitectónico o de estrategias para la atención a la dependencia, una gran red de personas y organizaciones con las que colaborar, investigación, difusión y ayuda en la ampliación del grupo, trabajo de facilitación con métodos participativos para la cohesión de comunidad…

Felices fiestas compartidas

Jubilares_Navidad_2015

Siempre en comunidad, con otras personas, amigas, vecinas, familiares, compañeras, contactos de redes sociales o incluso desconocidas que meramente devuelven una sonrisa…

Compartiendo, participando, colaborando, construimos la Navidad… y nuestra propia vida.

¡Muy felices fiestas y un gran 2016 de parte de Jubilares!

Aquí el «Manual de Senior Cohousing». ¡Gracias!

Hoy lunes 13 de julio, a las 18,00h finaliza la campaña de crowdfunding (financiación colectiva) de uno de nuestros proyectos colaborativos en que hemos destinado mcuho esfuerzo e ilusión en los últimos tiempos: la traducción y edición en español del libro más influyente sobre este modelo residencial (y estilo de vida en comunidad):  el Manual de Senior Cohousing de Charles Durrett. Este arquitecto americano fue quien recogió la experiencia danesa y logró reformular los principios y plasmar el método que garantiza el éxito de un concepto que bautizó como «cohousing». Desde entonces, con uno u otro nombre, se han constituido cientos de comunidades  en todo el mundo. Traducir el libro al español, en palabras de su autor, era «una deuda pendiente».

Gracias, especialmente a entidades como Fundación Pilares, Matia Fundazioa, Sostre Cívic, Serpentina Senior, Living Cohousing, Cohousing Verde, Lledó, AV Creation…, y otras más de sesenta personas u organizaciones,  el proyecto sí saldrá a la luz en septiembre. La traducción y maquetación está siendo realizada por voluntarios de Jubilares, y la edición corre a cargo de Dykinson.

Agradecemos el esfuerzo a todas las personas que habéis participado en ello (¡y las que lo haréis, que aún estáis a tiempo!). Nos iremos poniendo en contacto con vosotras para haceros entrega de las recompensas: libros, marcapáginas, workshop con Charles Durrett…

Aquí el proyecto: vkm.is/manualseniorcohousing

Manual Senior Cohousing - Jubilares

¡Estamos trabajando ya la maquetación de las 400 páginas del libro!

La presentación del libro se realizará el 24 de septiembre en la sede del CEAPAT, de IMSERSO. En una completa jornada sobre Senior Cohousing que contará con la presencia del mismo Charles Durrett, podremos conocer cómo los principios de la Autonomía personal y la Participación se emplean de forma efectiva para la generación de alternativas residenciales como el “cohousing” para personas mayores y otros colectivos vulnerables, coherente con el paradigma de Atención Integral y Centrada en la Persona. La jornada servirá para  presentar, frente a un enfoque de modelo arquitectónico residencial, una visión del cohousing como proyecto integral que genera un estilo de vida autónomo y de inclusión en la comunidad, a partir de un inusual trabajo de participación directa de las personas implicadas en todo momento.

Seguiremos informando de esto y mucho más.

¡Feliz verano!