Ejemplos Internacionales VI: Casa comunal para mujeres en Dortmund
Tras la ponencia de Miguel Ángel Mira, presidente de Jubilares, este martes en las II Jornadas Internacionales sobre Atención a la Dependencia «Innovaciones para vivir en casa bien» una participante preguntó si no pueden convertirse los jubilares o «senior cohousing» en guetos de personas mayores. La respuesta es rotundamente negativa si se cumplen varias condiciones:
– El número de viviendas o participantes no es excesivo. Para un cohousing de mayores hablamos de 15-30 unidades (unas 20-45 personas de media)
– La situación del complejo facilita la inclusión en la escala más amplia de la comunidad: barrio, municipio
– La actitud de los integrantes del jubilar es de apertura al barrio o la ciudad. Y eso suele ser así.
Hoy aprovechamos la cuestión planteada y mostramos un ejemplo extremo en lo que se refiere al perfil de los vecinos que se propusieron construir su comunidad: se trata de un cohousing intergeneracional sólo para mujeres, y no solo eso, sino pertenecientes al movimiento «beguinage», que recupera un cierto estilo triunfante en el medievo en el que las mujeres se unían para lograr el soporte entre ellas que les permitía salir adelante con más fuerza. La Beginenhof Dortmund es uno de los más de treinta proyectos residenciales que se han constituido en Alemania para este tipo de comunidades desde hace veinte años. Una de las claves es la «afinidad electiva» como el elemento consitutivo de la sociedad y el soporte mutuo y solidaridad entre mujeres. En todo caso el concepto de beguinage se ha ido transformando por las residentes en los últimos años. Se encuentra abierto a mujeres de todas las nacionalidades y edades.
En los 28 apartamentos que constituyen la comunidad conviven 31 mujeres y 2 niños. Las unidades privativas tienen entre 47-76m2 y hay un área común de 150m2. El complejo se ocupó hace ocho años. En el centro se ha abierto una consulta de fisioterapia abierta al barrio.
La financiación del edificio ha venido de diversos programas: «Nuevas formas de hábitat para las personas mayores», «Colaboración y transgeneracionalidad» del Ministerio de Familia, Juventud, Mujer y Salud del gobierno alemán, Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, Cultura y Deportes de Renania del Norte… Sólo 4 de los 28 apartamentos fue financiado de forma privada.
El diseño del proyecto, realizado por la arquitecta Hiltrud Enders, está basado en las ideas y deseos de las miembros del grupo. Consiste en tres volúmenes agrupados alrededor de un patio ajardinado. Una sala de 45m2 ofrece el espacio adecuado para los encuentros planeados o fortuitos, fiestas o eventos culturales. El jardín de 1400m2 se encuentra en el lado oeste. La planificación de la comunidad Beguine Dortmund fue galardonado con el sello Agenda-Siegel 2004 de la ciudad de Dortmund.
El edificio se encuentra en un área residencial (Nordstadt) con una «especial necesidad de renovación». El establecimiento de esta comunidad ha servido en este sentido, gracias al encuentro entre las mujeres del complejo y sus vecinos. Para las fundadoras, el complejo es un símbolo de buena vecindad y vida comunal con ambiciones sociales y ambientales. La red de relaciones y el soporte mutuo permite a las mujeres vivir independientemente hasta edades avanzadas, tanto como es posible. Aunque una vez más, y a diferencia de los jubilares, no se ha previsto ningún sistema de asistencia a la dependencia.
¿Un gueto, en este caso, de mujeres? Creemos que elegir con quién vivir no presupone que aquello se vaya a convertir en algo sectario. Es tan solo una decisión personal que merece nuestro respeto. Tenemos el derecho de elgir con quién compartir nuestra vida en cada momento de ella. El peligro podría estar en encerrarnos en nuestra pequeña comunidad, y eso también puede ocurrir si sólo nos relacionamos con la gente de nuestro trabajo, o nos encerramos en una relación de pareja…
El modelo de cohousing, al contrario, facilita las situaciones de empatía entre personas distintas que seguramente comparten algunas características. Y eso da herramientas para convivir incluidos en la sociedad.
Estoy de acuerdo en que tenemos derecho a decidir con quién y cómo queremos vivir siempre y cuando nuestras preferencias no se basen en restricciones a lo diferente.
Tendría que tener más información para opinar si este cohousing en concreto es o no un gueto pero en principio no puedo estar de acuerdo con un colectivo que excluye a otros por su sexo (raza o religión…)
Gracias Elena. Me alegro de que abras el debate…
Si te refieres a un “colectivo que excluye a otros…” estamos de acuerdo en presentar el rechazo. Pero ¿podemos considerar racista, xenófobo o intolerante religioso a quien decide con quién quiere vivir DENTRO de su propia casa y elabora sus propias reglas?
Estoy de acuerdo en que habría que conocer más de cerca las actitudes de un grupo como este, pero sirve para ilustrar y distinguir entre esos al menos dos ámbitos en que vivimos: nuestra CASA y nuestro BARRIO (o entorno de mayor escala). Yo comprendo que estas mujeres eligen vivir juntas en su casa y sin embargo por lo que parece están abiertas al barrio.
¿Es un gueto un grupo de cuatro estudiantes que deciden que solo quieren que en su piso vivan chicas? ¿Y si fueran 8? ¿Y 50?… Diría que el gueto depende del tamaño, no por el número en sí, sino porque se amplía el peligro de vivir en una casa tan grande y entre tantas personas… que quizá termines por no salir de casa.
El edadismo o el gueto de mayores aparece cuando esas personas no salen de allí (y no entran otros, en ese caso jóvenes). El gueto denota EXCLUSIÓN. Lograr ambientes en los que una persona se sienta apoyado por los demás (a los que además elige previamente) y esto le hace ser más autónomo y vivir incluido en la sociedad… eso no puede considerarse un gueto. Sea el grupo de mayores, de gays, de surferos, de religiosos, de nudistas, de discapacitados, de golfistas, de veganos…
Frente a la soledad del mayor que vive solo en casa o “se siente” solo en un colectivo (incluso multicultural), proponemos modelos que favorecen la apertura a los otros, y por supuesto esta apertura ha de trascender los límites del complejo en el que viven.
Para ello hay que tener en cuenta un buen diseño (no solo arquitectónico). En Jubilares no nos inventamos nada, solo trasladamos aspectos de experiencias internacionales de hace décadas y que nos pueden ayudar a decidir correctamente los tamaños adecuados, las relaciones con el barrio o la ciudad, la disposición de las piezas… pero sobre todo los mecanismos de participación que llevarán, como observamos en otras partes del mundo, a estos grupos a ser verdaderas comunidades integradas e integradoras en la sociedad.
Durante uno de los viajes geroasistenciales que realizamos en http://www.inforesidencias.com visitamos un concepto muy parecido cerca de Nüremberg en el que habían creado un conjunto de viviendas en el que convivían personas mayores (en sus viviendas) y otros colectivos de diferentes edades. Resultaba muy interesante ver que, cuando hablábamos con ellos nos destacaban el aspecto de funcionamiento «autogesionado» y cómo destacaban las personas mayores que allí vivían que era «su elección» la de vivir en una vivienda de esas características (y no en una residencia para personas mayores o en «apartamentos para la tercera edad» al uso.
Mi conclusión es que a medida que se sucedan las generaciones serán las propias personas mayores las que querrán elegir. Algunas optarán por seguir viviendo en sus domicilios con más o menos adaptaciones, otras quizas opten por diferentes tipos de entornos residenciales (tipo nuevas residencias de válidos o apartamentos con servicios), e incluso se generen figuras nuevas que hoy no podemos ni imaginar, que nos recuerden en algo a las residencias geriátricas pero no lo sean.
La clave está en la existencia de opciones (y siendo realistas, en la existencia de una cierta capacidad adquisitiva)